jueves, 21 de febrero de 2008

CONOCIENDO EL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE Y MEJORAR ELFUTURO

El desarrollo forestal alcanzado en Chile suele publicitarse como un modelo exitoso, resultado de la aplicación de políticas neoliberales. En Chile se han plantado más de 1,3 millones de hectáreas de bosques, que fueron el punto de partida de un incremento notable de las exportaciones madereras, que se han ido diversificando hasta alcanzar más de 400 tipos de productos diferentes y ampliado sus mercados a ochenta países. Hoy Chile posee una de las mayores superficies plantadas de Pinus radiata del mundo (Lara 1992). Sin embargo, el modelo forestal chileno ha resultado en una pérdida de la calidad de vida de la población de las zonas forestales y ha sido la causa de una importante degradación ambiental. Pese a su caracterización de neoliberal, el modelo se ha basado en la participación directa y permanente del Estado, tanto en la creación del recurso forestal, como en la infraestructura industrial y en el establecimiento de reglas de juego favorables a los intereses de los grupos económicos más poderosos, tanto nacionales como extranjeros.

LOS AGENTES DE DESTRUCCION
En el pasado, a la llegada de los españoles a Chile, el territorio estaba cubierto por un tupido bosque nativo que las diversas poblaciones indígenas cuidaban sustentablemente. Al comenzar los enfrentamientos entre indígenas e invasores, los españoles incendiaron grandes superficies boscosas para evitar que los rebeldes indígenas encontraran refugio y guarida en el bosque. Posteriormente, a principios de este siglo, otros colonizadores que llegaron de Alemania al sur de Chile, también incendiaron grandes superficies para abrir praderas y comenzar labores de cultivo.
Durante los últimos años, dos nuevos agentes de destrucción de bosques pasan al primer plano: la plantación de pinos (y mis recientemente de eucaliptos) y la exportación de astillas destinadas a la producci6n de pulpa para papel. Uno de los principales argumentos que esgrimen los promotores de los cultivos forestales, es que, al abastecer parte de la demanda con madera de las plantaciones, se vuelve menos necesario cortar árboles de los bosques nativos.


En el caso chileno, este argumento se ha demostrado falso. De hecho, la plantaci6n de pinos se ha convertido en un activo factor de degradación de los bosques nativos.
En 1965, las 200 mil hectáreas de pino existentes estaban proveyendo un sustituto a la materia prima industrial de bosques nativos. Sin embargo, el proceso se revertiría a partir de 1974, cuando la nueva política forestal dio lugar a un proceso de sustitución del bosque nativo por plantaciones de pinos. Ya en 1983 se señalaba que la destrucción del bosque nativo chileno para ser reemplazado por plantaciones de pino insige (Pinus radiata) constituye uno de los más graves y urgentes problemas de mal manejo y conservación de recursos naturales en Chile. En 1992, se estimaba que anualmente desaparecían 6.195 hectáreas de bosques por su sustitución por plantaciones.
A partir de 1986 se inicia un proceso acelerado de explotación de bosques nativos para la producción de chips (astillas), destinada a la exportación, fundamentalmente hacia Japón, para la producción de pulpa de papel. Según estimaciones realizadas en 1992 por la organización no gubernamental CODEFF, sólo para las exportaciones de 1990 se habrían explotado unas 19 mil hectáreas de bosques que perdieron, en la mayoría de los casos, su potencial productivo y, en muchos casos, fueron luego reemplazados por plantaciones de eucaliptos.
Las exportaciones de chips de maderas de bosques nativos pasaron de 13.900 toneladas, en 1986, a 1.702.900, en 1991, constituyendo en ese año el 55 por ciento del total de astillas exportadas. El 45 por ciento restante provino de plantaciones de eucaliptus (30 por ciento) y pino (15 por ciento). Las exportaciones de astillas de eucaliptos han tenido un crecimiento enorme, desde cero, en 1987, a 210 mil toneladas, en 1988; 430 mil, en 1989; 575 mil, en 1990 y 920 mil, en 1991. De acuerdo con la FA0 (1994), el total de exportaciones de astillas, partículas y residuos de madera alcanzaron a 796 mil toneladas en 1993. Dado que el 95 por ciento es exportado a Japón, no resulta sorprendente que Mitsubishi, (que a su vez es propietario de una subsidiaria denominada Astillas Exportaciones Ltda., que produce chips, tanto de bosque nativo como de plantaciones), sea el mayor exportador de astillas de madera desde Chile.

GENESIS DEL MODEL0 ACTUAL.

El origen de los monocultivos de pinos
Pese a sus extensos bosques poblados de especies valiosas, el desarrollo forestal chileno se ha basado fundamentalmente en el monocultivo de Pinus radiata; originario de los Estados Unidos. La introducción de este árbol al país data de principio de este siglo, cuando se lo ensayos para su posible utilización en las construcciones de las minas de carbón en la VIII Región, en el sur de Chile. Si bien su madera no resulto apta para esos fines, su rápido crecimiento determinó, a partir de 1930, el establecimiento de grandes plantaciones en la región.
Este proceso fue iniciado fundamentalmente por organismos de previsión social, que hicieron extensas plantaciones de pinos en terrenos de baja productividad agrícola-ganadera. Su ejemplo fue imitado por sociedades financieras vinculadas a empresas forestales, que obtuvieron fondos de sectores de clase media, a quienes vendieron pequeñas parcelas de una hectárea de sus extensas plantaciones. A ellos se sumaron empresas industriales madereras que buscaban asegurar una fuente segura de abastecimiento de materia prima.
Entre 1940 y 1959, el ritmo de plantación alcanzó 10 mil hectáreas anuales y disminuyó a 6 mil hacia 1964, debido a las prácticas monopólicas de la industria papelera, cuyos bajos precios por la materia prima desalentaron a los productores.





El modelo inicial
A partir de 1965, el Estado comienza a tomar parte activa en el impulso a la actividad forestal, para lo cual se realiza una reestructura legal e institucional que crea las condiciones necesarias, tanto para la ampliación del área plantada, como para la inversión industrial.
Simultáneamente, el Estado se hace cargo de la provisión de plantas (producidas en viveros estatales), así como de la propia plantación, tanto en tierras publicas como privadas. Desde 1965 a 1973 (año del golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende), se plantaron unas 300 mil hectáreas de pinos. Asimismo, el Estado participó directamente en la actividad industrial, con la construcción de una nueva planta de celulosa en Arauco (Celulosa Arauco) y el inicio de la construcción de otra en Constitución (CELCO).
Arauco fue inicialmente una empresa conjunta entre la Corporación para el Fomento de la Producción, CORFO, (80 por ciento) y la empresa estadounidense Parsons & Whittemore (20 por ciento). En 1972, la CORFO adquirió las acciones de Parsons & Whittemore y paso a ser la única propietaria de la empresa. A su vez, CELCO fue creada por CORFO a fines de 10s años sesenta, con participación del Obispado de Talca, (10 por ciento de las acciones) y del consorcio francés Creusot-Loire Enterprises (18 por ciento). El Obispado se retiró luego del proyecto, por considerar que la idea original había sido desvirtuada y en 1974, CORFO adquirió las acciones del consorcio francks, pasando así a ser la única propietaria de la empresa.
En esa etapa, las plantaciones constituyeron una contribución muy importante para el desarrollo rural, puesto que se puso particular atención en los productos pequeños y medianos, que reaccionaron muy positivamente a las iniciativas estatales en la materia. En contraste con las que se establecieron en etapas posteriores, las plantaciones anteriores al golpe de estado no ocupaban totalmente el predio, sino que se destinaban partes del mismo a cultivos y praderas y las plantaciones estaban en manos de numerosos propietarios pequeños y medianos, situación que se modificó sustancialmente pocos años más tarde. Las condiciones de trabajo fueron mejorando en los años anteriores al golpe militar, como resultado de un importante desarrollo de la organización sindical de los sectores rurales, quienes lograron una serie de conquistas en materia de condiciones laborales.
Sin embargo, se hace necesario formular la pregunta sobre los motivos que llevaron al Estado, a técnicos, empresas y productores rurales a concentrarse exclusivamente en el pino, en lugar de intentar el manejo sustentable del bosque nativo. En efecto, no sólo se constata la existencia de especies autóctonas que demuestran crecimientos similares a los de Pinus radiata; sino que además sus maderas alcanzan precios dos a cuatro veces más elevados que la madera del mismo pino. A ello se agrega los beneficios ambientales y sociales que resultan an del uso de especies nativas. De acuerdo con CODEFF (1983) la respuesta puede encontrarse en :
... un estilo de desarrollo que, correspondiendo a intereses y mercados externos, olvida y desprecia las potencialidades de los recursos forestales existentes, destruyendo, a fin de crear los recursos solicitados por dichos mercados ...
... las razones de la no utilización de este recurso no están en Su potencialidad, que es bastante alta, sino en problemas de comercialización, falta de incentivos estatales, inexistencia de un modelo tecnológico de manejo ...


EL MODEL0 DEL GOBIERNO MILITAR
Los defectos iniciales del modelo basado en el monocultivo del pino se vieron agravados durante el periodo del gobierno militar que se inicia en 1973. A pesar de que los militares definieron su política económica como enmarcada en el modelo neoliberal, esta filosofía de libre empresa no fue aplicada al sector forestal, donde fueron notorios los subsidios desproporcionados del Estado para las grandes empresas y la inversión directa orientada a la exportación. Los impactos negativos de las plantaciones fueron agravados y los positivos fueron limitados. La situación es resumida por Leyton (1986) de la siguiente manera:

Los dos periodos estudiados (1965-1973 y desde I974 a la fecha) revelan estilos divergentes en cuanto a la distribución de los excedentes y a la participación en la toma de decisiones. En la actualidad se advierte una extraordinaria concentración de la propiedad de los medios de producción, del comercio y de las decisiones, en manos de un escaso número de empresas pertenecientes a los tres grupos económicos más poderosos del país. En cambio, han Sufrido un deterioro considerable las condiciones de los pequeños propietarios y de los trabajadores forestales, que han quedado marginados de los beneficio del crecimiento de la economía pinera. Las políticas públicas en vigencia no han favorecido a los estratos mayoritarios de la sociedad rural, sino que se han convertido, en buena medida, en mecanismos de transferencia de recursos Fiscales hacia las grandes compañías forestales de la zona del pino insigne.

Es así que los activos del Estado en materia de tierras, plantaciones e industrias fueron rápidamente vendidos a precio de ganga, al sector privado, otorgándole de esta forma un enorme subsidio para colocarlo en condiciones competitivas en el mercado internacional. El Estado, que había asumido la iniciativa y los riesgos de una inversión a largo plazo como la forestal (por ejemplo, plantando 420 mil hectáreas de árboles en el periodo 1963-1973), entregó al sector privado los frutos de su esfuerzo, justo en el momento de comenzar a obtener los beneficios de la misma. De acuerdo con Cruz y Rivera (1984), el actual poderío de las grandes empresas forestales se basa en el capital público, puesto que se origino en el traspaso a precios deteriorados de la infraestructura industrial y de las plantaciones. Las grandes empresas utilizaron la diferencia para pagar por la plantación de árboles y para la mantención de las plantaciones. Como señala Antonio Molina, Presidente de la Confederación de Campesinos La Voz del Campo, lo que las grandes empresas forestales ganan hoy día les llega sin que les haya costado nada y son ellas y no los campesinos quienes se benefician. Además, entre 1973 y 1979, la dictadura devolvió a sus anteriores dueños alrededor de 4 mil predios que habían sido expropiados por la reforma agraria del gobierno anterior. Esta medida, que redistribuyo el 28 por ciento del total expropiado en el país, favoreció el desarrollo de la gran explotación dedicada a la actividad forestal.
De forma similar, no fueron los actores actualmente propietarios de las plantaciones quienes afrontaron las inversiones en las grandes plantas de pulpa y papel, sino que lo fue el Estado, directamente a través de CORFO, o bien con el aval del Estado ante el requerimiento de empresas transnacionales Vinculadas muy favorablemente con proyectos privados del país (Leyton, 1986).

Algunos de los conglomerados agro-industriales más importantes que fueron traspasados a los principales grupos económicos del país son los siguientes:

 La actual empresa celulosa Arauco y Constitución, cuyas dos plantas de pulpa (ARAUCO y CELCO) que estaban en manos del Estado, fueron vendidas en 1977 y 1979 respectivamente a la Compañía de Petróleos de Chile (COPEC), la empresa privada más grande del país.

 Forestal Arauco, la séptima mayor empresa del país, que ya en 1976 era propietaria de 64 mil hectáreas de plantaciones, fue adquirida ese mismo año por COPEC.

 INFORSA, con una planta de celulosa, una de papel y miles de hectáreas de plantaciones, fue adquirida al Estado en 1976 por el Grupo Vial (en esa época, uno de los tres mayores grupos económicos de Chile).

No conforme con ese traspaso a precios deteriorados, la empresa privada presiona y obtiene otra serie de incentivos de parte del Estado. Dichos incentivos van desde los subsidios directos a la plantación (75 por ciento del costo), al manejo (subsidios para podas y raleos) y la administración (vigilancia, cercados), hasta asegurar mano de obra barata, mediante la prohibición de la actividad sindical y la represión del movimiento obrero y campesino.
Dentro del marco de desarrollo actual que privilegia a los poderosos en desmedro de los más débiles, esta política ha sido exitosa. Hoy el sector forestal se ha convertido en uno de los principales ejes de la economía chilena y en 1991, sus exportaciones de pulpa, papel y pulpa de madera constituyeron el 5 del total exportado. La industria de celulosa, ya es considerada a nivel internacional como un “gigante juvenil” y está bien posesionada para vender al creciente mercado asiático. El retorno de la democracia a chile no ha aparejado cambios sustánciales en las políticas forestales del gobierno.
La política forestal chilena ha recibido el apoyo de organismos internacionales de crédito, como del Banco Mundial y el banco Interamericano del desarrollo (BID) y de otras agencias multilaterales. Por ejemplo, la investigación forestal ha sido promovida a través del programa Investigación y Desarrollo Forestal, financiado por CONAF, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la FAO. En 1991, se inicio un proyecto para desarrollar un Plan de Acción Forestal para Chile, una iniciativa apoyada por el Banco Mundial y la FAO, que promueve la inversión forestal y vincula los intereses de los consultores y la industria forestal transnacional con los de las elites empresariales y los departamentos forestales del sur.
Durante los últimos años, se ha producido un cambio de importancia, con la incorporación del eucalipto (en particular el Eucalyptus globulus), destinado fundamentalmente a la producción de pulpa química para la exportación.
El proceso, iniciado básicamente en 1988, ha sido muy rápido. Se paso de unas 8 mil hectáreas plantadas ese año, a una plantación anual de 17 mil, 29 mil, 34 mil y 41 mil en los años subsiguientes. Este rápido desarrollo se origina como incentivo por los buenos precios que se paga por la madera pulpable y las astillas, así como por su rápido crecimiento, superior al del tradicional Pinus radiata y al hecho de que este último esta teniendo problemas sanitarios, lo que lo convierte en una inversión riesgosa. Las plantaciones de eucalipto están reemplazando, tanto bosques nativos, como cultivos agrícolas y praderas.
El interés por el eucalipto de parte de empresas chilenas y japonesas surge a partir del proyecto Santa Fe (que incluye a Shell, Scott Paper y Citibank), que construye la primera planta de pulpa sobre la base de madera de eucalipto existente en Chile. Los inversionistas japoneses pasan de ser meros exportadores-importadores de astillas, a invertir masivamente en plantaciones de eucaliptus en Chile. Se estima que subsidiarias de Itochu, Daio Paper,
Mitsubishi Paper, Sumitono Corporation, Nippon Paper y otros plantarán anualmente entre 10 mil y 16 mil hectáreas de eucaliptos, apuntando a exportaciones anuales de entre 3,5 y 5,6 millones de toneladas a principios de la próxima década. Se prevén similares ritmos de plantación de eucalipto, tanto por las empresas que ya tienen plantas de pulpa (CACSA, CMPC y Santa Fe), como por parte de nuevos grupos, que plantean la instalación de Otras plantas de pulpa en base a esta especie (Andinos y Forestal Acá).

CONSECUENCIAS SOCIOECONOMICAS Y AMBIENTALES

Seghn dice Cabrera en 1989, la mayor parte de los beneficios y en apoyo otorgados por el Gobierno al sector forestar durante las décadas del setenta y el ochenta, fueron recibidos por solo unas pocas empresas. Estimaciones recientes indican que cuatro grupos económicos son propietarios del 40 por ciento del total de plantaciones forestales y dan menta de casi el 70 por ciento de las exportaciones forestales otros siete grupos de empresas, controlados por capitales extranjeros, poseen el 9 por ciento de las plantaciones y el 10 por ciento de las exportaciones forestales. Dos de Ios grandes grupos económicos, Matte-Alessandri y Angelini, controlan casi el 50 por ciento de todas las plantaciones de pino insigne existentes en el país. Además, desde 1975 hasta la fecha, las corporaciones forestales han venido adquiriendo tierras a particulares que sumado a las cuantiosas superficies adquiridas en las licitaciones abiertas por instituciones del estado, les han permitido concentrar enormes áreas de bosques ( Gómez y Echenique, 1988).
A ello se agrega que las empresas forestales pertenecientes a los tres grupos económicos más importantes del país (grupo Vial, Cruzat Larraín y Matte-Alessandri), no sólo posee las plantaciones, sino también son propietarios de las principales plantas de celulosa y de papel del país, así como otras instalaciones industriales, tales como aserraderos, fabrica de madera aglomerada, de envases, etc. Estos grupos pueden así coordinar la plantación, la explotación, la transformación industrial, el transporte y la comercialización
La producción de pulpa esta concentrada en cinco grandes plantas y la industria en su conjunto está dominada por dos grandes empresas: La compañía manufacturera de papeles y cartones (CMPC) y Celulosa Arauco y Constitución (CACSA), con una participación significativa de una tercera empresa, Forestal e Industrias santa Fe, CACSA es propiedad de la compañía de Petróleos de Chile (COPEC), controlada por el empresario chileno Anacleto Angelini. Angelini está asociado a Carter Holt Harvey de Nueva Zelanda, que a su vez es controlada conjuntamente por la Internacional Paper Company de los Estados Unidos y por Brierly Investments de Nueva Zelanda, empresa que es también responsable por la toma ilegal y la degradación de tierras publicas en Tailandia, a través de sus plantaciones de eucaliptos.CACSA opera las plantas de pulpa Arauco I y II y Constitución, con una capacidad combinada cercana a 850 mil toneladas anuales, lo cual significa que abastece un 3 por ciento del mercado mundial de pulpa. En 1992, fue el principal exportador del país, por un valor de 314 millones de dólares. Por su parte CMPC opera su propia planta de Celulosa en Laja, con una capacidad para 315 mil toneladas anuales y esta asociada a Simpson Paper (EEUU) en otra planta de 315 mil toneladas en Mininco, Celulosa del pacífico. CMPC es propietaria de casi 415.000 hectáreas de tierra, la mayor parte de las cuales están plantadas con pinos.
Forestal Santa Fe es una empresa donde Royal Dutch Shell (anglo-holandesa) es propietaria del 60 por ciento del capital accionario, mientras que Scott Paper y Citicorp (EE.UU.) poseen el 20 por ciento cada una. Santa Fe opera una planta de pulpa con una capacidad instalada de 240 mil toneladas anuales, de las que Scott Paper (actualmente asimilada a Kimberley-Clark) se compromete a comprar entre el 40 y el 80 por ciento de su produccibn (Swann, 1993). Por su parte, la empresa suiza Cellulose Attisholz posee 25 mil hectáreas de pino radiata y otras 100 mil hectáreas de tierras aptas para plantación y toda su producción de pulpa es exportada a Europa occidental.
La orientación exportadora de la industria y la política forestal chilena también beneficia a las grandes empresas papeleras del hemisferio norte, que requieren de cantidades crecientes de materia prima barata para mantener e incrementar el actual nivel de consumo.
Alrededor del 60 por ciento de la producción chilena de pulpa, principalmente química, se exporta. Más de las tres cuartas partes de esta exportación tiene por destino los países del norte y los "tigres asiáticos", siendo Europa, por lejos, el principal cliente (FAO, 1994).
Como resultado de su política de apoyo indiscriminado a las grandes empresas nacionales y extranjeras, el gobierno chileno ha logrado convertir a Chile en uno de los productores de pulpa con menores costos del mundo. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, los costos de producción de troncos de pino (desde la forestación hasta su transporte a los puertos de exportación) son tan sólo del 30 al 50 por ciento de los costos habituales en Estados Unidos y los países escandinavos. Estos bajos costos, como veremos más adelante, no toman en cuenta los altísimos costos sociales y ambientales que subyacen. En otras palabras, el pueblo chileno subsidia a los consumidores del norte.
Chile es también un importante exportador de otros productos forestales. De los más de 400 productos forestales que exporta, los principales siguen siendo la pulpa y los productos no industrializados o con escaso grado de transformación, tales como rollizos, chips y madera aserrada. Sus principales mercados son Asia (en particular, Japón) y Europa, siendo también importantes América del Sur y los Estados Unidos.
Estracto del texto" lA TRAGEDIA DEL BOSQUE CHILENO" Articulo escrito por Ricardo Carrere Titulado "CHILE: UN MODELO DE PLANTACIÓN IMPUESTO POR EL GOBIERNO MILITAR"

Ricardo Carrere es Técnico Forestal: investigador en el tema de plantaciones exóticas y coordinador de varios proyectos en el Instituto del Tercer Mundo en Uruguay; ONG que trabaja a nivel mundial en materias ambientales y de desarrollo. A su vez, es coordinador internacional del Movimiento Mundial por los Bosques. Desde 1988, ha concentrado sus energías en investigaciones y campañas sobre bosques y plantaciones industriales, siendo editor de numerosos trabajos sobre la temática forestal Su ensayo forma parte del libro Pulping the South, publicado en Londres y recientemente traducido al español en México, bajo el titulo El Papel del Sur.

Leer más...