lunes, 26 de mayo de 2008

Taller de Acción Cultural

Sintesis del trabajo realizado con las Recolectoras de Frutos Silvestres de la Región del Bío Bío


El Taller de Acción Cultural TAC es una organización orientada al rescate cultural, la recuperación de la memoria histórica, la educación popular y la investigación, dentro de los programas desarrollados este organismo es posible destacar el grana avance que han tenido en materia de los PFNM con las recolectoras de la Región del Bio-Bio, es por esto que mencionaremos a grandes rasgos algunas de las actividades que desarrollan a modo de difundir iniciativas que son completamente necesarias de replicar.


El programa de trabajo con “Recolectoras de Frutos Silvestres” nació en el año 2000, después de realizar un diagnóstico de la situación de éstas en la Octava Región del Bío Bío.



El punto de partida fue la información entregada por el estudio “La actividad de Recolección de Frutos Silvestres” realizada en el año 1998 por profesionales del Programa Servicio País de la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza. Con esos antecedentes se dirigieron a las comunas de Santa Juana, Hualqui, Ranquil, Pemuco, Curanilahue, San Ignacio, el Carmen y Recinto para conocer a recolectoras que intentaban mejorar sus condiciones de trabajo, en las más diversas formas. Simultáneamente entrevistamos a dirigentes campesinos, a algunos profesionales del Servicio País, a funcionarios de Indap y a la presidenta de la Coordinadora de Mujeres Productoras de Ñuble



La investigación llevó a concluir que las recolectoras eran un vasto sector de mujeres que recolectaban en forma dispersa, sin reconocer que esta actividad era un trabajo sino por el contrario considerándola una obligación humillante.

Por esto mismo organizarse en torno a ella carecía de todo sentido. Entre las mujeres que recolectaban durante todo el año distinguimos dos tipos: unas recogían frutos silvestres en pequeña escala: maqui, chupones, mora, murtilla, mosqueta, digüeñes, nalcas y los vendían a compradores locales. Otras recolectaban mañío, avellanas, retamos, hongos, etc. que entregaban en mayor escala a intermediarios o distribuidores que estaban en otras ciudades e incluso exportaban. En períodos más álgidos, hasta los niños dejaban la escuela para incorporarse a la recolección.

Casi la totalidad de las mujeres eran jefas de hogar o tenían a sus maridos cesantes. Vivían y viven rodeadas por empresas forestales, razón por la cual ni ellas ni sus maridos tienen ninguna otra alternativa de trabajo. En su mayoría, tampoco han tenido experiencias organizacionales anteriores y su escolaridad es muy baja. Por constituir un sector completamente invisibilizado, ninguna institución trabajaba con ellas, aún cuando los niveles de pobreza en que vivían eran extremos.



Con estos antecedentes elaboramos un proyecto que fue financiado por Oxfam y que se orientó a:

a. Legitimar la actividad de recolección como una fuente laboral estable y sustentable,

b. Entregar elementos metodológicos que permitieran - a los grupos - mejorar sus formas de trabajo y optimizar la producción,

c. Construir una experiencia de organización - capacitación que fuera factible de ser reproducida por recolectoras de otras regiones del país.

d. Desarrollar una campaña de difusión que permitiera visibilizar la realidad de los recolectores.
Para la realización del trabajo seleccionamos seis grupos ubicados en las comunas de Curanilahue en el sector minero, Hualqui más cercano a la ciudad de Concepción, Los Corrales entre forestales en plena Cordillera de la Costa, Batuco en medio de viñedos, Recinto bordeando la Cordillera de los Andes y Culenco en una comunidad de campesinos.También aceptamos la invitación a participar que nos hizo la Coordinadora de Mujeres Productoras de Ñuble.



El proceso organizativo comenzó con la agrupación de las recolectoras, que poco a poco se fueron organizando y a medida en que se fueron capacitando se han ido constituyendo en Comités Productivos con Personalidad Jurídica.



Paralelamente, como organizaciones fueron sintiendo la necesidad de coordinar sus actividades y formaron la Coordinadora Regional de Recolectoras y Recolectores del Bío Bío que opera como un órgano de dirección, comercialización, representación, que las refuerza y les permite actuar en forma corporativa.

Hoy día la Coordinadora está formada por los Comités:



“La Esperanza de Culenco” comuna de Pemuco;



“Renacer de San José de Colico” comuna de Curanilahue;



“Centro Artesanal El Nuevo Amanecer de Los Corrales” comuna de Cobquecura;



“Comité de Recolectoras de Coihuico – Deshifrut”, comuna de Cabrero;




“Comité de Recolectores Las Dichas de El Rincón” comuna de Ninhue;



“Taller Laboral Cuyimpalihue” de Cañete; Sociedad SODEAGRO Ltda., sector Los Patos de la comuna de Nacimiento



"Taller Laboral El Renacer de Totoral" – San Nicolás.




se trabajo a través de dos líneas que luego aumentaron a tres:

a. Acompañando el proceso de los grupos en su propia comunidad, para entregarles elementos metodológicos que les permitieran avanzar hacia sus metas y lograr el desarrollo que buscaban.

b. Reuniendo al conjunto de las recolectoras en tres o cuatro Encuentros anuales, orientados a realizar un intercambio que les ayudara a reforzar y dignificar su identidad de recolectoras

c. Realizando Encuentros mensuales con los dirigentes que buscaban profundizar la capacitación, estimulando las visitas de intercambio entre los grupos, la participación en Foros y Seminarios como por ejemplo en el Foro Social de Porto Alegre donde el año 2005 asistió Quenaida Valdebenito (recolectora del Comité de Culenco), invitada por Anamuri.

A medida en que las recolectoras se fueron organizando, se fue buscando con ellas el modo de mejorar sus condiciones de trabajo, teniendo en cuenta que el precio que recibían por sus productos era demasiado bajo y que los períodos de recolección eran interrumpidos por otros en que no contaban con ningún ingreso, todo lo cual las mantenía en una situación miserable.



Después de constatar que el precio que pagaba la agroindustria no excedía sustancialmente al de los intermediarios, comenzamos a buscar alternativas posibles para dar valor agregado a los productos recolectados. Así se encontramos con una experiencia realizada rudimentariamente por recolectoras de los Corrales y con otra posterior más exitosa, realizada por el comité de Coihuico bajo la dirección del Programa PRODESAL y la capacitación de Alfredo Zenteno, Tecnólogo en Alimentos y encargado del Dpto. de Agroindustrias de la Universidad de Concepción. Las dos consistían en el deshidratado de hongos y la segunda incluía también el secado de frutas y verduras.



Actualmente los comités de Curanilahue, Cañete, Nacimiento, Pemuco, Cabrero y Cobquecura cuentan con sus Plantas Deshidratadoras construidas con aportes de Oxfam, las Municipalidades respectivas, el Fosis, Prodemu, sus comunidades y el TAC.

La Comercialización, elemento fundamental para que el Comité pueda asumir su función como fuente laboral, para nosotros constituyó un desafío en tanto se propusieron transformarla en un medio formativo que contribuyera al desarrollo integral de las recolectoras y recolectores. El primer paso consistió en lograr que fueran, poco a poco, comercializando sus productos en forma conjunta a través de la Coordinadora Regional de Recolectores

-Venta directa en Ferias y Muestras Campesinas que se realizan anualmente en diversas ciudades del país. En ellas se establece una relación cara a cara con un comprador que viene a la Feria buscando productos que se venden solo en esos lugares,

-Venta en redes del Comercio Justo, que establecen condiciones educativas en tanto exigen del productor y del vendedor un intercambio justo, sustentándose ambos en valores de Justicia.

-Venta por medio de exportaciones convencionales y distribución a nivel nacional, que también es necesario porque permiten vender en mayores volúmenes, aunque el precio que se recibe por los productos sea más bajo.

Desde los inicios del Programa, el TAC ha venido orientando el trabajo de manera que las recolectoras construyan su oficio a través de un proceso de relaciones dialécticas con diversos actores del sector empresarial, académico, ambientalista, estudiantil, laboral, público, etc. Los resultados han contribuido significativamente para que la recolección adquiera proyecciones que abren una esperanza para el futuro de los miles de campesinos que han hecho de ella su fuente de ingresos.

En el año 2000 comenzaron tomando contacto con empresas agroindustriales con las que mantenemos una interacción por estar involucradas en una problemática común. El Dpto. de Agroindustria de la Universidad de Concepción entrega asesoría para el deshidratado de frutos silvestres, la Facultad de Agronomía de la misma Universidad nos acoge para visitar sus plantaciones, intercambiar conocimientos y capacitar a las recolectoras en lo que respecta a hierbas medicinales.



En el INIA Andres France (investigador) les entrega conocimientos específicos, entre muchas cosas, respecto a la forma de recolectar los hongos estimulando su reproducción y protegiendo al medio ambiente. En INFOR y la Fundación Chile sus investigadores les facilitaron el acceso a la investigación “Innovación Tecnológica y Comercial para los PFNM en Chile” que les dio a conocer que en nuestro país hay 220.000 recolectores. También aprendieron las posibilidades de extender el espectro de productos a recolectar, las propiedades de estos frutos y la riqueza que ofrecen nuestros bosques en relación a ellos. Todo ello les abrió y aún sigue abriendo perspectivas significativas para el trabajo de las recolectoras, en tanto mantenemos un intercambio permanente.



Del mismo modo ha sido importante la relación establecida con las Municipalidades (gobiernos comunales) cuyas autoridades han abierto un espacio en el que las recolectoras se han legitimado como trabajadoras y se han puesto en contacto con diversas instituciones del Estado que les han otorgado financiamiento para sus plantas deshidratadoras. Por último, la relación con los Medios de Comunicación ha sido fundamental para que las recolectoras den a conocer su trabajo y logren un reconocimiento social de su condición de mujeres trabajadoras y de su oficio.
Sin embargo, señalan, faltaba la relación con las empresas forestales que es fundamental, ya que el procesamiento de los frutos exige recolectar volúmenes muy superiores a los de antes y para ello, las recolectoras necesitan un acceso fluido a sus predios, al mismo tiempo que deben impedir que las empresas fumiguen los bosques en el momento de las cosecha de los frutos silvestres.

En vista de todo esto el 21 de Noviembre del 2004 convocaron a participar en el Seminario - Taller “Los PFNM en la Región del Bío Bío, proyecciones y desafíos” que tuvo lugar en la Universidad de Concepción y dio como resultado la constitución de una Mesa de Trabajo.

Para esta Mesa se propusieron los siguientes objetivos:



1. Conseguir que la experiencia compartida entre los diversos integrantes del grupo, nos permita visualizar la recolección en toda su complejidad. Es decir en su dimensión laboral, social, histórica, cultural, económica, técnica, ecológica y política.

2. Lograr que la reflexión conjunta nos entregue una dimensión más amplia y con mayores perspectivas acerca de la riqueza del bosque, de manera que creemos el espacio adecuado para una acción conjunta que nos beneficie a todos.

3. Lograr que el diálogo desarrollado entre los participantes alcance la fluidez necesaria para construir juntos un horizonte que oriente el trabajo de la Mesa y el de cada uno de sus integrantes.

La Mesa tuvo su primera reunión el 18 de Mayo 2005 en la Sede del Infor (Instituto Forestal) y participaron los dueños de casa, el Presidente y Secretaria de la Coordinadora Regional de Recolectoras y Recolectores, Raúl Betancourt Alcalde de Yumbel y presidente de AMDEL , representantes de la empresa Forestal Mininco, de Masisa, de Forestal Arauco, del Prodesal de la Municipalidad de Cabrero, del Dpto. de Desarrollo Rural de la Municipalidad de Yumbel, del Servicio País de Ninhue y del Taller de Acción Cultural. A éstos se fueron agregando otras empresas forestales (Celco, Bío Bío, Monteaguila...), funcionarios de otras Municipalidades, representantes de la Universidad de Concepción, etc.
Posteriormente la Mesa continuó reuniéndose mensualmente y en concreto lograron:

- El acceso libre de los recolectores a los predios de las empresas forestales. Incluyendo la firma del Primer Convenio entre la empresa Forestal Celco y el Comité de Recolectoras “La Esperanza de Culenco”, comuna de Pemuco, firmado el 14 de Diciembre pasado.

- La fumigación previo acuerdo de las empresas forestales con los comités de recolectoras,

- La entrega de madera muerta de los bosques (empresas) para ser utilizada por los comités.

Además se formó un equipo integrado por diversos participantes de la Mesa, que comenzó a trabajar en el diseño de una investigación que permitirá revelar y relevar el “Impacto Económico y Social que tiene la recolección de PFNM en la Octava Región”, con el objeto de diseñar e impulsar políticas públicas orientadas al sector. Trabajo que está en una fase inicial.

En Septiembre del 2003 salió de imprenta el libro “Recolectoras de Frutos Silvestres, oficio de mujeres en la región del Bío Bío” que recogía los resultados de la investigación de un equipo formado por miembros del TAC y tres investigadoras externas. Este fue financiado por Oxfam Chile y ha constituido un aporte fundamental para nuestro trabajo, para las recolectoras, las Municipalidades, instituciones y diversos actores tanto de Chile como del exterior.

En esta línea establecieron relación con los investigadores de Infor y Fundación Chile y luego con la Universidad, las municipalidades, etc

Por último, el proceso de visibilización también ha ido abriendo nuevos campos de acción por ejemplo en el año 2005, el TAC fue invitado a formar parte de la cooperativa del Comercio Justo .

También el año 2005 fueron invitados a participar en la Iniciativa Chilena por una Certificación Forestal Independiente (ICEFI) que es el grupo de trabajo chileno de la Forest Stewardships Council (FSC) cuya sede central está en Bonn, cuyo objetivo es generar estándares de certificación bajo los principios y criterios del FSC,

El objetivo principal es lograr que la recolección sea un trabajo digno para todos aquellos que viven de él. Esto implica que se constituya en un oficio que efectivamente dignifique y mejore la calidad de vida de sus protagonistas, que sea reconocido socialmente, que las recolectoras se incorporen en el proceso productivo de nuestro país y que asuman el cuidado del medioambiente.

Leer más...

jueves, 22 de mayo de 2008

Diez Respuestas A Diez Mentiras

Plantar árboles puede ser muy bueno, pero también puede ser muy malo.
Depende de su objetivo, de su escala, del sitio donde se instalen y de los beneficios o perjuicios que generen para las poblaciones locales. Las plantaciones a gran escala con especies de rápido crecimiento, tales como eucaliptos y pinos, son las que generan mayores impactos negativos, tanto en lo social como en lo ambiental.
Debido a dichos impactos, ese tipo de plantaciones ha dado lugar a luchas generalizadas en su contra. La respuesta de las empresas plantadoras y de los promotores que impulsan este modelo ha consistido en desmentir la ocurrencia de tales impactos y en elaborar y difundir una engañosa propaganda destinada a ganar apoyo en sectores no informados de la población.
Entre las muchas falsedades publicitadas en favor de los monocultivos forestales a gran escala se encuentran las 10 siguientes:


Mentira 1:

Las plantaciones forestales son “bosques plantados”

Tanto los técnicos como las empresas insisten en llamar “bosques plantados” a las plantaciones. Esta confusión entre un cultivo (de árboles) y un bosque es el punto de partida de la propaganda en favor de las plantaciones. En un mundo concientizado sobre el grave problema de la deforestación, la actividad de “plantar bosques” es generalmente percibida como algo positivo. Sin embargo, una plantación no es un bosque y lo único que tienen en común es que en ambos predominan los árboles. Allí termina su similitud. Un bosque contiene:

• numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades.
• una gran cantidad de otras especies vegetales, tanto en el suelo como sobre los propios árboles y arbustos (trepadoras, epífitas, parásitas, etc.).
• una enorme variedad de especies de fauna, que encuentran allí abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción.

Esa diversidad de flora y fauna interactúa con otros elementos como los nutrientes del suelo, el agua, la energía solar y el clima, de tal manera que aseguran su autoregeneración y la conservación de todos los elementos que lo componen (flora, fauna, agua, suelo).
Las comunidades humanas también forman parte de los bosques, ya que muchos pueblos los habitan, interactúan con ellos y allí obtienen un conjunto de bienes y servicios que aseguran su supervivencia.

A diferencia del bosque, una plantación comercial a gran escala se compone de:

• una o pocas especies de árboles de rápido crecimiento, plantados en bloques homogéneos de la misma edad.
• muy escasas especies de flora y fauna que logran instalarse en las plantaciones.

Las plantaciones comerciales requieren preparación del suelo, selección de plantas de rápido crecimiento y con las características tecnológicas requeridas por la industria, fertilización, eliminación de “malezas” con herbicidas, plantación a espaciamiento regular, cosecha en turnos cortos.

Por otra parte, las comunidades humanas no sólo no habitan las plantaciones comerciales, sino que normalmente ni siquiera se les autoriza el acceso, ya que son vistas como un peligro para las mismas. En el mejor de los casos, son percibidas como proveedoras de mano de obra barata para la plantación y para la cosecha de los árboles que se realizará años más tarde.

Como además su objetivo es producir y cosechar grandes volúmenes de madera en el menor tiempo posible, se puede decir que tiene las mismas características que cualquier otro cultivo agrícola. Por lo tanto, no se trata de un “bosque”, sino de un cultivo, tal como es frecuentemente admitido por las propias empresas plantadoras al ser preguntadas al respecto.

En síntesis, una plantación no es un “bosque plantado”, ya que además de todo lo anterior, resulta evidente que no es posible plantar, ni la diversidad de flora y fauna que caracteriza a un bosque, ni el conjunto de interacciones con los elementos vivos e inorgánicos que se dan en un bosque.


Mentira 2:

Las plantaciones forestales mejoran el medio ambiente

Presentadas como “bosques plantados”, se dice que las plantaciones sirven para proteger y mejorar los suelos, para regular el ciclo hidrológico y para conservar la flora y la fauna locales.

1) Los suelos. Este tipo de plantaciones tienden a degradar los suelos por la conjunción de una serie de factores:

• erosión, en particular porque el suelo queda desnudo tanto durante los 2 primeros años posteriores a la plantación como durante los 2 años posteriores a la cosecha, lo que facilita la acción erosiva del agua y del viento.

• pérdida de nutrientes, tanto por la erosión como por los elevados volúmenes de madera extraídos del sitio cada pocos años.

• desequilibrios en el reciclado de nutrientes. Por tratarse de especies exóticas, los organismos descomponedores locales encuentran grandes dificultades para descomponer la materia orgánica que cae de los árboles (hojas, ramas, frutos), por lo que los nutrientes que caen al suelo demoran mucho en poder volver a ser reutilizados por los árboles. Tanto en el caso de pinos como eucaliptos, es común ver cómo se va acumulando sin descomponer la hojarasca sobre el suelo.

• compactación, por el uso de maquinaria pesada, lo que dificulta la penetración del agua de lluvia y facilita la erosión.

• difícil reconversión. Del conjunto de esos y otros impactos, resulta que en muchos casos resultará muy difícil poder volver a utilizar esos suelos para la agricultura.

2) El agua. Este vital elemento es afectado tanto en cantidad como en calidad:

• a nivel de cuenca, el volumen de agua disponible tiende a disminuir luego de la instalación de estas plantaciones. En realidades tan diversas como el sur de Chile, el estado de Espírito Santo en Brasil, Sudáfrica o Tailandia, se constata que el régimen hídrico sufre cambios negativos importantes como resultado de la plantación de grandes áreas de pinos y eucaliptos de rápido crecimiento. Ello se debe a varios factores, pero el principal es el elevado consumo de agua de estas especies. Para crecer, los vegetales llevan los nutrientes del suelo hasta las hojas, donde se produce la fotosíntesis. El vehículo para llevar los nutrientes hasta la hoja es el agua. Para crecer más, necesitan más nutrientes, lo que implica mayor uso de agua para transportarlos hasta las hojas. Dado que se trata de extensas plantaciones creciendo a un ritmo muy acelerado, los impactos sobre el agua se vuelven cada vez más graves, llegando hasta la desaparición de manantiales y cursos de agua.

• para confundir, los promotores de las plantaciones arguyen que algunas especies de árboles (en particular eucaliptos) producen más biomasa por unidad de agua utilizada y que por consiguiente son más “eficientes” que los árboles nativos. Sin embargo, no toman en cuenta que las plantaciones de eucaliptos son notoriamente “ineficientes” en la producción de alimentos, forraje, medicinas, fibras vegetales, frutos, hongos y otros productos que la gente local obtiene de los bosques. Además, resulta irrelevante definir la eficiencia de una plantación de eucaliptos para producir madera con una determinada cantidad de agua, si de todas formas utiliza más agua que la que el área puede producir.

• las especies más comúnmente utilizadas en plantaciones (eucaliptos y pinos) dificultan la infiltración del agua en el suelo, lo que, sumado al enorme consumo de agua, agrava los impactos a nivel de cuenca.

• la calidad del agua también se ve afectada, tanto por la erosión como por el uso generalizado de agroquímicos, que la contaminan.

3) La flora. Los impactos sobre la flora local son múltiples y graves debido a la gran escala de estas plantaciones, que afectan a una enorme cantidad de hábitats:

• en muchos casos, las plantaciones constituyen un factor de deforestación, ya que su instalación es precedida por la tala o incendio del bosque preexistente, tal como sucede a menudo en áreas tropicales y en particular en Indonesia. En estos casos el impacto es enorme.

• en la zona templada, la flora del ecosistema de pradera disminuye su abundancia y riqueza cuando sobre la misma se instalan plantaciones.

• en el área de la plantación, gran parte de la flora local es exterminada para evitar que compita con los árboles plantados y sólo algunas pocas especies logran instalarse al interior de las plantaciones. Pero incluso esas pocas especies son eliminadas cada pocos años, cuando la plantación es cortada y replantada, volviéndose a la aplicación de herbicidas para eliminar la competencia.

• entre la flora que desaparece al interior de la plantación, es importante destacar muy especialmente la flora del suelo, que cumple un papel fundamental en el mantenimiento de la fertilidad del suelo en el largo plazo.

• el impacto ya mencionado sobre el agua también afecta a la flora local, incluso a gran distancia del sitio de la plantación.

4) La fauna. Los impactos sobre la fauna

• para la mayor parte de las especies de la fauna local, las plantaciones son desiertos alimenticios, por lo que tienden a desaparecer. Las pocas especies que logran adaptarse, o son exterminadas (por considerárselas “plagas” para la plantación) o ven desaparecer su nuevo hábitat cada vez que la plantación es cortada para la venta de la madera.

• cuando la plantación es precedida por la deforestación, el impacto sobre la fauna local es máximo.

• al igual que en el caso de la flora, tanto la deforestación previa a la plantación como los cambios en el agua y el suelo afectan negativamente a una amplia gama de especies de la fauna.

• los desequilibrios biológicos provocados por estas plantaciones frecuentemente dan lugar a la aparición de plagas que afectan a las producciones agropecuarias aledañas.


Mentira 3:

Las plantaciones sirven para aliviar la presión sobre los bosques

El argumento es que, al haber más madera disponible a partir de las plantaciones, esto se traducirá en una menor extracción de madera de los bosques nativos. Pese a que pueda parecer lógico, la realidad es que se ha constatado que las plantaciones son en general un factor más de deforestación debido a que:

• en muchos países, las plantaciones se instalan eliminando previamente el bosque existente. En algunos casos, tal eliminación se realiza mediante gigantescos incendios provocados, en tanto que en otros la corta del bosque y la venta de la madera sirven para financiar la plantación. También se da el caso de que la plantación justifica la deforestación, ya que se sostiene que la corta de amplias áreas no constituye deforestación en caso de que sea seguida por la plantación de árboles. En algunos casos, el simple anuncio del interés de empresas plantadoras de invertir en determinada región resulta en un movimiento especulativo que consiste en adquirir y degradar rápidamente áreas de bosques para posibilitar que las mismas puedan ser luego destinadas a la plantación de árboles por parte de dichas empresas.

• en numerosos casos el proceso arriba mencionado determina la migración (voluntaria o forzada) de los pobladores de la región, que se ven obligados a ingresar a otras áreas boscosas donde inician un proceso de deforestación para poder atender a sus necesidades básicas. Es decir, que en esos casos la deforestación generada por la plantación es doble.

• la madera producida en plantaciones de ninguna manera sustituye a las valiosas especies del bosque tropical, debido a que ambas tienen mercados distintos. En tanto que la mayor parte de la madera de plantaciones se destina a la producción de papel y productos de madera de baja calidad, la mayor parte de la madera extraída de los bosques (en particular tropicales) es transformada en productos de alta calidad.

• este argumento ignora además el hecho de que el consumo de madera no constituye la única causa de deforestación. Numerosas áreas de bosques son a menudo eliminadas para destinar el suelo a cultivos de exportación o a ganadería extensiva; otras desaparecen bajo gigantescas represas hidroeléctricas; los manglares son eliminados para destinar el área a la producción industrial del camarón, la explotación petrolera y minera destruyen amplias áreas boscosas, etc. Ninguno de estos procesos destructivos guarda relación alguna con la mayor o menor área destinada a monocultivos forestales, por lo que resulta claramente falso que en este caso puedan “aliviar la presión” sobre los bosques.

En definitiva, pese al creciente auge de las plantaciones forestales, el área boscosa del planeta sigue disminuyendo, lo que demuestra que el pretendido alivio de la presión sobre los bosques no es más que un ejercicio de publicidad interesada.


Mentira 4:

Las plantaciones permiten aprovechar y mejorar tierras degradadas

Este argumento, promovido por las grandes empresas plantadoras, es absolutamente falso en su caso, ya que las plantaciones comerciales a gran escala rara vez se instalan en tierras degradadas. La razón es muy sencilla: en tales tipos de suelos los árboles no crecen bien, por lo que plantar allí no resulta rentable.

Dicho lo anterior, es necesario aclarar algunos aspectos, ya que todo este tema tiende a ser muy confuso. En efecto, hay que aclarar qué es lo que se entiende por “tierras degradadas”, así como destacar que algunos tipos de plantaciones no comerciales efectivamente se realizan en tierras degradadas y logran mejorarlas.

Para el común de la gente, la expresión “tierra degradada” despierta una visión de tipo lunar, con suelos gravemente erosionados y escasa o nula vegetación. En estos casos, toda actividad que apunte a recuperar esos suelos, ya sea mediante la plantación de árboles o por otros medios, puede ser considerada como esencialmente positiva. Sin embargo, la expresión “tierra degradada” puede implicar simplemente un área de bosque que fue talada o un área agrícola de subsistencia, que conservan su potencial productivo. También se suele hablar de “tierras subutilizadas” como sinónimo de degradadas. En resumen, las empresas plantadoras son quienes definen que la tierra está degradada o subutilizada y de tal manera justifican sus plantaciones frente a la opinión pública. Sin embargo, los pobladores locales generalmente no están de acuerdo ni con que la tierra esté degradada o subutilizada y mucho menos con que deba plantarse con eucaliptos, pinos u otras especies comerciales. Esto es lo que en muchos casos explica la resistencia de los pobladores locales frente al avance plantador, que intenta apropiarse de tierras que son productivas y no “degradadas” ni “subutilizadas”.

En segundo lugar, no puede asumirse que una plantación comercial a gran escala de eucaliptos o pinos tengan la misma capacidad para rehabilitar tierras degradadas que la que tienen las plantaciones a menor escala de especies forrajeras, alimenticias, productoras de leña para abastecer a la población local o fijadoras de nitrógeno.


Mentira 5:

Las plantaciones sirven para contrarrestar el efecto invernadero

Este es uno de los argumentos que se han puesto más de moda recientemente. Se dice que a medida que los árboles van creciendo, van tomando carbono en cantidades mayores a las que emiten, de modo que tienen un balance neto positivo respecto de la cantidad de dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero) en la atmósfera. Sin embargo, las plantaciones forestales tienen todavía que demostrar que son sumideros de carbono.
En términos generales, cualquier área cubierta de plantaciones, en ausencia de pruebas en contrario, debería ser considerada una fuente neta de carbono y no un sumidero. En primer lugar, porque en muchos casos estas plantaciones sustituyen a bosques, lo que significa que los volúmenes de carbono liberados por la deforestación sean superiores a los que la plantación en crecimiento podría capturar, incluso en el largo plazo. Incluso cuando no implican deforestación, se instalan en otros ecosistemas que también almacenan carbono (tales como las praderas), que es liberado a la atmósfera a consecuencia de la plantación. Hay además una segunda cuestión crucial: ¿estas plantaciones serán cosechadas o no? De darse la primera hipótesis serían, en el mejor de los casos, tan sólo sumideros temporarios: el carbono es almacenado hasta la cosecha para luego ser liberado en pocos años (en algunos casos incluso en meses) cuando el papel u otros productos provenientes de las plantaciones son destruidos. En el caso de que los árboles no fueran cosechados, las plantaciones estarían ocupando millones y millones de hectáreas que podrían estar dedicadas a propósitos mucho más provechosos, como la producción de alimentos.
O sea, que existen muchas incertidumbres en relación con la suposición de que las plantaciones son, en todo lugar, sumideros de carbono por un lapso mayor que el período temprano de rápido crecimiento, dado que pueden no serlo siquiera en ese período. Esta suposición de “sentido común” debe ser respaldada con investigaciones antes de que las plantaciones sean aceptadas sin más como sumideros de carbono.
Finalmente, es fundamental ver el tema en su total dimensión y analizar el conjunto de impactos que la promoción de grandes monocultivos forestales con especies de rápido crecimiento puede generar en otras áreas ambientales y sociales. Sabiendo que estas plantaciones impactan sobre el ambiente (suelos, agua, flora y fauna) y sobre las comunidades locales, no resulta aceptable promoverlas con un propósito “ambiental” como el de contrarrestar el efecto invernadero. La solución tiene que venir por el lado de la reducción de emisiones de CO2 (derivadas del uso de combustibles fósiles) y por la protección de los bosques y no por intentos de colonizar enormes áreas de tierra sin haber analizado cabalmente las consecuencias.


Mentira 6:

Las plantaciones son necesarias para abastecer un consumo creciente de papel


El consumo de papel es generalmente percibido como algo positivo, vinculado a la alfabetización, al acceso a información escrita y a una mejor calidad de vida. Esa percepción por parte del público es utilizada por las empresas plantadoras para justificar la supuesta necesidad de aumentar la producción de celulosa a partir de sus extensas plantaciones de pinos y eucaliptos. Por lo tanto, este tema requiere varias precisiones:

• gran parte de la celulosa producida en el Sur no está destinada a abastecer a la población de esos países, sino a los consumidores del Norte. En tanto que Estados Unidos y Japón tienen un consumo anual de papel per cápita de más de 330 y 230 kilos respectivamente, países exportadores de celulosa como Chile, Sudáfrica, Brasil e Indonesia muestran un consumo per cápita de 42, 38, 28 y 10 kilos respectivamente.
• alrededor del 40% del papel producido en el mundo es utilizado para embalaje y envoltura, en tanto que sólo el 30% se destina a papeles de escritura e impresión, por lo que el argumento de la alfabetización no es tan relevante como se lo pretende mostrar.
• además, gran parte del consumo de papeles de escritura e impresión está destinado a la publicidad. En los Estados Unidos, el 60% del espacio de las revistas y periódicos está reservado para avisos, en tanto que anualmente se producen unos 52.000 millones de unidades de diversos tipos de materiales de publicidad, incluyendo 14.000 millones de catálogos para compras por correo que a menudo van directo a la basura. Tal tipo de consumo excesivo de papel no es exclusivo de los Estados Unidos, sino que también es característico de la mayoría de los países del Norte e incluso se pretende exportar tal modelo hacia los países del Sur.

El tema radica entonces en que el consumo actual de papel es ambientalmente insustentable y que gran parte del mismo es socialmente innecesario. Por lo tanto, ni los planes de uso de los bosques, ni los planes de expansión de las plantaciones forestales pueden pretender autojustificarse diciendo que “la humanidad” necesita más papel.


Mentira 7:
Las plantaciones son mucho más productivas que los bosques

Este argumento puede parecer convincente si se observa el rápido crecimiento de los árboles en una plantación de pinos o eucaliptos. Sin embargo, depende de lo que se entienda por “productivo” y a quien beneficia esa producción.

Una plantación comercial produce un gran volumen de madera para industria por hectárea y por año. Pero eso es todo lo que produce. El beneficiario directo de esa producción es la empresa propietaria de la plantación.

Un bosque no sólo produce (como la plantación) madera para el mercado, sino que su producción abarca otros tipos de árboles, vegetales, animales, frutas, hongos, miel, forraje, abono, leña, maderas para usos locales, fibras vegetales, medicinas y genera además una serie de servicios en materia de conservación de suelos, de biodiversidad, de recursos hídricos, de microclima.

Cuando se sostiene que las plantaciones son mucho más productivas que los bosques, sólo se está comparando el volumen de madera para industria que se puede extraer de ambos y en esa comparación la plantación aparece como superior.

Sin embargo, cuando se compara la totalidad de bienes y servicios provistos por la plantación y el bosque, resulta evidente que este último es mucho más productivo que la plantación. Es más, en muchos aspectos la producción de la plantación es nula (por ejemplo en la producción de alimentos, medicinas o forraje) e incluso puede ser negativa, cuando afecta a otros recursos como el agua, la biodiversidad o el suelo.

Lo anterior resulta particularmente claro para aquellas poblaciones locales que sufren los efectos de la implantación de extensos monocultivos forestales, puesto que sufren la pérdida de la mayor parte de los recursos que hasta entonces habían asegurado su supervivencia. Para ellos, la productividad de estas plantaciones es nula o más bien de signo negativo.


Mentira 8:

Las plantaciones generan empleo

Este es también un argumento típico entre quienes promueven las plantaciones. Sin embargo, esta afirmación es totalmente falsa.

Las grandes plantaciones generan empleos directos fundamentalmente en las etapas de plantación y de cosecha. Luego de la plantación, el empleo cae en forma sustancial. Al momento de la cosecha, la plantación requiere nuevamente de la contratación de mano de obra, pero el número de puestos de trabajo tiende a disminuir notoriamente por la creciente mecanización de esta operación.

Los escasos empleos generados son en general de muy baja calidad, siendo en su mayoría de carácter temporal, con bajos salarios y en condiciones de trabajo caracterizadas por la mala alimentación, el alojamiento inadecuado y el no cumplimiento de la legislación laboral vigente. Los accidentes y las enfermedades laborales son frecuentes. El modelo predominante en el Sur, es que las empresas plantadoras subcontratan a empresas informales para la realización de las tareas de plantación y cosecha. Dado el escaso nivel de inversión requerido, la competencia entre dichas empresas informales se basa fundamentalmente en la baja en el costo de la mano de obra, lo que explica las pésimas condiciones salariales y laborales de los trabajadores forestales. Sólo en los casos en los que la cosecha se basa en moderna y costosa maquinaria forestal, tales tareas quedan en manos de la empresa plantadora, que se ve obligada a ofrecer mejores condiciones de trabajo.

En muchos países tienden simultáneamente a privar a los previos ocupantes de la tierra de sus anteriores fuentes de trabajo. Es común que estas plantaciones se instalen en tierras destinadas a la agricultura de subsistencia por lo que incluso la tendencia del empleo neto es en muchos casos negativa. Por otro lado, cuando su instalación implica la previa destrucción del bosque, los pobladores locales se ven privados de una serie de ocupaciones y fuentes de ingreso dependientes de los recursos provistos por el bosque. En casi todos los casos, las plantaciones resultan en la expulsión de la población local, en particular hacia los cinturones de miseria de las ciudades.

En todos lados del mundo se constata que las plantaciones generan mucho menos empleo que la agricultura e incluso menos que la ganadería extensiva. En cuanto al empleo industrial, las plantaciones no siempre dan lugar a la creación de industrias locales, dado que en muchos casos la producción apunta a la exportación directa de troncos sin procesar. Incluso cuando se establecen industrias de pulpa y papel, su alto grado de mecanización implica la creación de pocos puestos de trabajo.

De todas las actividades capaces de generar empleo a nivel local, la actividad plantadora es probablemente la peor opción. El objetivo de las empresas forestales no consiste en generar empleos, sino en generar ganancias para sus accionistas. Sin embargo, utilizan este falso argumento para justificar socialmente su emprendimiento.


Mentira 9:

Los posibles impactos negativos de los
monocultivos forestales industriales se pueden evitar
o mitigar con un buen manejo

En última instancia, los promotores de las plantaciones pueden aceptar que éstas no son bosques y que pueden acarrear impactos negativos, pero agregan que estos impactos se generan por un mal manejo y no por las plantaciones en si. La solución -afirman- es entonces técnica: aplicar buenos métodos de manejo.

Sin embargo, no se trata de un tema técnico, sino de una cuestión esencialmente política, de poder, con beneficiarios y perjudicados. Desde los centros de poder se toman decisiones que afectan la vida y posibilidades de supervivencia de las poblaciones locales y condicionan fuertemente las decisiones de los gobiernos, con el objetivo de abastecer un mercado global con los productos madereros que éste requiere. Las necesidades y aspiraciones locales no cuentan. De aquí derivan los principales problemas que este tipo de plantaciones acarrean. Es obvio que esto no se puede resolver con ningún “buen manejo”. Es más, el buen manejo de las empresas plantadoras consiste primeramente en convencer al gobierno que les permita invertir en determinadas regiones del país, que les otorgue determinadas ventajas (subsidios directos e indirectos) y que intervenga -en caso necesario- para desalojar o reprimir a los pobladores locales. En un número importante de casos, las distintas formas de presión o represión constituyen la principal herramienta de “buen manejo” para resolver los conflictos sociales generados por las plantaciones.

En lo referente a los impactos ambientales que las plantaciones comerciales generan, es también utópico pretender que se puedan resolver a través de un buen manejo técnico. Las propias características del modelo hacen que éste sea básicamente insustentable por más que se adopten prácticas conservacionistas o monitoreos destinados también en gran medida a mejorar la imagen de la empresa frente a los posibles opositores ambientalistas. En efecto, el modelo se caracteriza por:

• la gran escala. No es lo mismo el impacto ambiental que puede generar
un eucalipto o un pino que los que generan decenas o centenares de miles de hectáreas concentradas en determinada región de un país. La modificación del espacio geográfico es enorme. Para disimular este hecho, los promotores de las plantaciones insisten actualmente en utilizar porcentajes, diciendo que “sólo ocupan el 1 o el 2% del área total del país”. Sin embargo, no se puede tapar el sol con la mano. Lo cierto es que se trata de grandes concentraciones de monocultivos forestales y el único “buen manejo” posible es justamente reducir el tema a porcentajes.

• el monocultivo de especies exóticas. Si bien es cierto que la mayoría de las especies agrícolas son exóticas, en el caso de las especies utilizadas en los cultivos forestales esto tiene fuertes implicancias negativas. La elección de estas especies se origina en parte en la inexistencia de plagas y enfermedades en los países en los que son introducidas, que pudieran afectarlas. Si bien esto es absolutamente lógico para el plantador, resulta un problema para la fauna local, para la que estas plantaciones constituyen un desierto alimenticio. Unido al tema de la gran escala, el impacto en particular sobre la fauna es por ende enorme. La biodiversidad a nivel del suelo es afectada gravemente debido a que los restos vegetales de los pinos y eucaliptos resultan tóxicos para gran parte de la flora y fauna del suelo. El sistema presenta además una gran debilidad intrínseca, ya que, en caso de aparecer una especie capaz de alimentarse de los árboles vivos, se transformará en una plaga que podrá poner en cuestión a todas las plantaciones similares de la región.

• la rapidez de crecimiento. La lógica empresarial de estos emprendimientos hace que la rapidez de crecimiento sea crucial para asegurar la rentabilidad de la inversión. Tal crecimiento se basa en parte en la selección de especies, pero también en el uso de fertilizantes y herbicidas (que afectan al suelo y al agua), así como en un consumo enorme de agua, que afecta a la región en su conjunto. Como si fuera poco, la biotecnología forestal está también apuntando en ese sentido, creando “súper árboles” de crecimiento aún mayor y resistentes a los herbicidas, por lo que el impacto sería doble: mayor contaminación por uso de agroquímicos y mayor consumo de agua.

• la corta en turnos cortos. La misma lógica determina que los árboles sean cortados cada pocos años, lo que implica una gran salida de nutrientes del sistema y procesos de erosión, así como la destrucción del hábitat de aquellas pocas especies locales que se estaban adaptando a la plantación.

De todo lo anterior resulta claro que son pocas las medidas técnicas que se pueden adoptar para evitar o mitigar la mayor parte de los impactos ambientales generados por las plantaciones. Si bien se podrán mejorar algunos aspectos (utilizar agroquímicos menos nocivos, preparar el suelo siguiendo curvas de nivel, cuidar que no se produzcan procesos de erosión al momento de la corta, conservar áreas silvestres como parches en el paisaje, monitorear suelos, agua, flora y fauna, etc.), lo cierto es que resulta imposible evitar los impactos porque el propio modelo no lo permite: no se puede (desde el punto de vista de la rentabilidad) hacer que los árboles crezcan más lento, que consuman menos agua, que no requieran fertilizantes, que no afecten a los suelos, que no reduzcan la biodiversidad local. En síntesis, el problema es el modelo y no la adopción de medidas apropiadas de manejo.


Mentira 10:

Las plantaciones no pueden ser juzgadas en forma aislada

Este es uno de los argumentos más recientes de los promotores de las plantaciones. Sostienen que hay un “sistema continuo” entre un bosque primario y un “bosque plantado” especializado en la producción de madera. Es decir, que habría un sistema, al que llaman “bosque”, que incluye bosques primarios protegidos, bosques de producción, bosques protectores, bosques secundarios y plantaciones de árboles de rápido crecimiento. Por lo tanto, dicen que hay que analizar ese sistema “bosque” en su totalidad y no centrarse en uno sólo de sus componentes: el monocultivo forestal a gran escala. El argumento es inteligente, pero no menos falso que los anteriores.

En primer lugar, porque parte de la falsa premisa de que una plantación es un bosque. El tipo de plantaciones al que hacemos referencia constituye un cultivo especializado en la producción de grandes volúmenes de madera en plazos cortos, cuya única similitud con un bosque consiste en estar constituido por árboles, que ni siquiera son nativos. Por lo tanto, no puede hablarse de un “sistema continuo” entre elementos intrínsecamente diferentes. Sería como decir que la fauna nativa y la cría de vacas lecheras constituyen un sistema continuo entre lo natural y lo especializado en la producción de leche y que no es posible juzgar aisladamente los impactos de la ganadería lechera sin analizarlos en ese contexto.

En segundo lugar, porque en general las plantaciones comerciales no sólo no complementan a los bosques, sino que en muchos casos se constituyen en causas directas o indirectas de deforestación. Lo mismo se puede decir con respecto a como afectan la biodiversidad, el suelo, el agua y en particular a las poblaciones locales.

En definitiva, este razonamiento pretende justificar la destrucción de la naturaleza en determinada área argumentando que su conservación se asegura en otra área. Al incluir las plantaciones en ese supuesto sistema “bosque”, se esconde y justifica la destrucción social y ambiental generada a partir de los monocultivos forestales a gran escala. Frente a los impactos sobre la biodiversidad, la respuesta de los ideólogos de esta mentira consistirá en decir que ésta se asegura por la existencia de áreas protegidas … aunque estén separadas por cientos de kilómetros. Lo mismo dirán con respecto al régimen hidrológico ... aunque las plantaciones y el bosque estén en cuencas diferentes. No hablarán del tema suelo … donde no tienen argumentos y apelarán al argumento de la generación de empleo (Mentira 8) para esconder los impactos sociales de las plantaciones, que también muestran la diferencia entre un bosque (donde vive gente) y una plantación (donde la gente es expulsada).

El tema de fondo es que este argumento pretende justificar una lógica que divorcia la producción de la conservación; es más, que utiliza la conservación como excusa para habilitar la destrucción. La existencia de áreas protegidas de bosques (que efectivamente protegen el suelo, la flora, la fauna y regulan el ciclo hidrológico) se constituye en el justificativo para implementar grandes monocultivos (en este caso, de árboles) que destruyen todos los recursos naturales y los derechos y medios de supervivencia de las poblaciones locales.

Dado que la única forma de asegurar la sustentabilidad social y ambiental consiste en incorporar la conservación a los procesos productivos (y no en separarlos en compartimientos estancos), estos monocultivos de árboles no pueden de ninguna manera ser considerados como integrando el sistema bosque y, por consiguiente, sus impactos deben ser analizados por separado, como se hace con cualquier otro cultivo agrícola.
Ricardo Carrere (1999), "Diez Respuestas A Diez Mentiras", Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales http://www.wrm.org.uy/inicio.html

Leer más...

lunes, 19 de mayo de 2008

Legislación Nacional asociada a la extracción de PFNM.


La actividad forestal chilena y la legislación que la regula se caracteriza por estar contenida en diversos cuerpos legales y reglamentos, gran parte de ellos promulgados en la primera mitad del siglo pasado, con objetivos y fundamentos no aplicables a la realidad actual. Normas vigentes sobre uso del fuego, áreas silvestres protegidas y sobre fomento forestal, fundamentales para el desarrollo silvícola, datan de los años 1925 y 1974 respectivamente.

El marco jurídico vigente determina en materia forestal legislación de carácter "general", a aquella a la cual los recursos forestales deben someterse y legislación "especial" o particular referida a aquella destinada a regular la protección de los suelos de aptitud preferentemente forestal, suelos degradados, plantaciones establecidas en ellos y bosques nativos.

La legislación general aplicable a los recursos forestales es calificada como de preservación, mientras que la legislación forestal de carácter especial se califica de carácter tanto de preservación como de conservación. Entre las normas generales aplicadas al sector se encuentran;

Constitución Política con normas referidas al derecho ambiental, derecho de propiedad y al recurso de protección.

Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, la cual considera entre los instrumentos de gestión ambiental consideraciones ambientales de los planes de manejo.

Normas referidas al manejo de Áreas Silvestres Protegidas.

En esta categoría de normas generales también se encuentran los tratados internacionales que se abordarán con posterioridad. Por otro lado, en la categoría de legislación de carácter especial podemos encontrar los siguientes cuerpos legales:

Ley de Bosques de 1925, Decreto Ley, N° 656, de carácter conservacionista regula la actividad asociada al bosque nativo.

Los reglamentos emanados de esta ley, y promulgados por el Ministerio de Tierras y Colonización, aún vigentes son los siguientes:

D.S. N° 2374 de 1937, sobre explotación de Bosques existentes en las Cuencas Hidrográficas.

D.S. N° 1274 de 1938, sobre extracción de corteza de quillay

D.S. N° 1099 de 1940, sobre corta de ulmo y tineo.

D.S. N° 908 de 1941, sobre extracción de quillay, tamarugo, chañar, guayacán, olivillo, espino, boldo, maitén, litre, carbón o carboncillo y bollén.

D.S. N° 43 de 1990, sobre la utilización de araucaria, el D.S. N° 490 de 1976, sobre explotación de alerce y el D.S. N° 13 de 1995, sobre queule, pitao, belloto del sur, belloto del norte y ruil; todos ellos promulgados por el Ministerio de Agricultura y en virtud de la Convención de Washington de 1940.

D.L de 1974 sobre Fomento Forestal, que a través de sus reglamentos es la norma forestal por excelencia.

De acuerdo a la legislación nacional vigente, los PFNM se pueden clasificar según el Código Civil como bienes muebles, el Artículo 567 los define; " Muebles son los que pueden transportarse de un lugar a otro sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales (que por eso se llaman semovientes), sea que sólo se muevan por una fuerza externa, como las cosas inanimadas". En este mismo cuerpo legal se refieren explícitamente a estos productos en el artículo 571: "los productos de los inmuebles, y las cosas accesorias a ellos, como las yerbas de un campo, la madera y fruto de los árboles, los animales de un vivar, se reputan muebles, aun antes de su separación, para el efecto de constituir un derecho sobre dichos productos o cosas a otra persona que el dueño".

Por otro lado la normativa forestal vigente se refiere a los PFNM tanto en leyes y decretos supremos;

En la Ley de Bosques, Decreto Ley N° 656, de 1925, en su artículo 19 se menciona: "se autoriza al Presidente de la República para reglamentar la explotación de las cortezas que contengan substancias tánicas, saponinas y la recolección de los frutos de árboles y arbustos nativos". De acuerdo a esta facultad se dictó el D.S. N°366 que tiene relación directa con los PFNM.

D.S. N° 366 de 1944, del Ministerio de Tierras y Colonización, regula la explotación de tamarugo, algarrobo, chañar, guayacán, olivillo, carbón o carboncillo, espino, boldo, maitén, litre, bollén y quillay. En este cuerpo legal se especifica la época de explotación de las hojas de boldo, prohibe la explotación de productos del quillay entre enero y abril, prohibe además su descortezado en pie y especifica que los compradores de corteza de quillay deberán solicitar autorización al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para exportar este producto, autorización que será otorgada siempre que se acredite que el quillay que se desea exportar ha sido explotado de acuerdo con las disposiciones de este reglamento.

D.S. N° 129 de 1971, que prohibe la corta, arranque, transporte, tenencia y comercio de copihues (Lapageria rosea). Esta norma detalla además que sólo se podrán transportar, comercializar y tener plantas y flores de copihue provenientes de viveros o criaderos de plantas registradas por el SAG y de áreas ecológicas que permitan el desarrollo natural y espontáneo de esta especie que cumplan con las normas de manejo que fijará el SAG.

D.S. N° 26 de 1978, que autoriza la comercialización de árboles y ramas de especies forestales bajo las condiciones que indica. Esta norma especifica que la comercialización de estos árboles y ramas deben provenir de explotaciones y/o intervenciones silvícolas con previa autorización de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), en virtud de un plan de manejo registrado y aprobado.

Otras normas nacionales relacionadas con los PFNM:

DS N°1.876 de 1995 y su posterior modificación contenida en el DS N° 855 de 1998. Esta norma se relaciona con las hierbas medicinales y su posterior procesamiento; en ella se especifican los pasos que se deben seguir para registrar un producto farmacéutico o preparado natural con propiedades terapéuticas para ser registrado en el Instituto de Salud Pública.

D.S. N° 1247 del Consejo Nacional de Comercio Exterior de 1938 establece los requisitos para la exportación de corteza de quillay.

Además de las normas antes mencionadas existen una serie de tratados, acuerdos y convenciones internacionales firmados por Chile que se relacionan de una u otra forma con los PFNM.

Cuadro N° 1. Compromisos internacionales relacionados con la extracción de PFNM.



El acuerdo CITES firmado el año 1967, involucra la comercialización de piñones, debido a que en el año 1990 se incluye a la especie Araucaria araucana en el Apéndice I. En términos prácticos, esta incorporación prohibe el comercio internacional de la madera y de los subproductos derivados de la especie, incluidas las semillas o piñones.

En el Proceso de Montreal, en el cual Chile participa junto a 12 países, se reconocen y respaldan 6 criterios técnicos más uno de carácter político los cuales permiten evaluar la sustentabilidad del manejo forestal a nivel nacional. Entre ellos los criterios 2 y 6, mediante sus respectivos indicadores hacen referencia a los PFNM, en cuanto a su capacidad productiva y a su utilización por parte de las comunidades asociadas.

El protocolo de cooperación en Medio Ambiente entre Chile y Argentina, considera a los PFNM en sus actividades, incluyendo el intercambio de expertos, seminarios y capacitación entre la CONAF y la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Argentina.

Además de las normas legales y acuerdos internacionales, la utilización y posterior procesamiento de algunos PFNM se apoya mediante normalización técnica, herramienta que permite definir la calidad de productos y servicios. Actualmente existen normas técnicas para mimbre, bambú (colihue) y hongos deshidratados:

NCh530 para hongos comestibles deshidratados, la cual especifica los detalles para las exportaciones y el consumo interno, en base al CODEX STAN 39, norma mundial que define la forma de presentación, humedad, uniformidad de tamaño, envases y rotulación.

NCh2039 de 1998, que clasifica las varillas de mimbre en tipo, variedades y grados.

NCh2532.c2000, que da las pautas para el proceso de fabricación de muebles y artículos de mimbre (tipos de uniones, amarras, ensambles, etc.).

NCh2834.c2003 Bambú, Requisitos. Norma que clasifica los culmos (cañas) de bambú. (coligue) de acuerdo a sus dimensiones y calidad.

Estas normas técnicas en la actualidad constituyen excepciones dentro del rubro de los PFNM, el desarrollo de estos procesos es fundamental para formalizar y expandir la actividad económica asociada a este tipo de productos.
Además de las normas antes mencionadas es importante destacar que el principal cuerpo legal que regulará el aprovechamiento del bosque nativo, en trámite en el Congreso desde el año 1992, estipula en su último borrador que la utilización de los recursos forestales se debe realizar mediante la aprobación de un plan de manejo que contempla la bonificación por actividades de manejo de productos maderables y no maderables, de acuerdo a las especificaciones técnicas descritas en el plan de manejo.

Es importante destacar que los PFNM han sido objeto en nuestro país de varios proyectos de investigación. Entre ellos sobresale el proyecto de investigación, desarrollo y transferencia que llevan a cabo Fundación Chile (anteriormente programa de PFNM de INTEC) e Instituto Forestal, el cual ha generado una base de información comercial, tecnológica y de gestión que permitirá apoyar la discusión de futuras iniciativas de incorporación de estos productos en la legislación forestal y ambiental de Chile.

Por otro lado, a nivel gubernamental la CONAF en su estrategia de desarrollo regional considera la ejecución de una serie de proyectos a elaborar en conjunto con otras instituciones entre los cuales están considerados los PFNM.
http://www.pfnm.cl/legislacion.htm

Leer más...

jueves, 8 de mayo de 2008

"El bosque es mucho más que madera"


Ve algo más en los bosques

Edgardo Flores encontró un potencial diferente en su laboratorio casero.

CAÑETE.- "El bosque es mucho más que madera". Esa es la idea principal de un joven cañetino, quien está actualmente trabajando en una serie de iniciativas ligadas al ámbito forestal, pero a partir de una visión absolutamente innovadora del trabajo con los bosques.

Iniciativa

Edgardo Flores, un joven técnico forestal, a raíz del gusto por su ocupación y además el interés por generar una nueva forma de trabajar, es que comenzó a estudiar en el tema.

La idea, en primera instancia, era poder obtener su título ya que no había rendido su tesis. "Empecé a buscar un tema que me gustara, y encontré que lo no maderero no estaba siendo valorado". Y así, Flores comenzó a crear toda una red de contactos que le fueron formando una imagen global del asunto, mientras a la par empezaba en su propio hogar a crear instalaciones especiales para cultivar especies propias de los bosques.

Potencial

Según Flores, el bosque tiene un sin fin de potencial que no es aprovechado en un su totalidad. Ejemplos de esto es el caso de un tipo especial de helecho película, el cual gracias a los aportes del trabajo de este joven se puede ahora cultivar de manera artificial. "Lo encontré bonito", afirma Flores. Uno de los problemas de cultivar esta especie es la forma en que crece su raíz hacia los lados y no hacia abajo como lo hacen la gran mayoría de las plantas. Pero gracias a la investigación y experimentación este joven logró con éxito su cultivo, poniendo su propuesta como punta de lanza en este tipo de trabajos. Según cuenta Flores, estos helechos se unen en grandes extensiones y pueden ser comercializados a Europa donde son ocupados como "cercos vivos".

Emprendimiento

Y no sólo los helechos están en la mira de Edgardo Flores. El maqui, diferentes clases de hongos, el copihue y el bonsái son sólo algunas de las especies en que está trabajando. A su juicio "esto no es un trabajo caro", y a la postre puede significar un gran beneficio para la comuna, en el sentido de entradas de recursos y generación de empleo.

Internet

Una de las mayores fuentes de información para poder expandir sus ideas ha sido Internet. A través de esta plataforma, ha podido hablar con profesores de diferentes universidades nacionales y extranjeras. Incluso a través de su propio Blog (bosquemuchomasquemadera.blogspot.com) se puede conocer más de este joven trabajador, que también proyecta sus investigaciones en el terreno científico. "Estoy escribiendo un libro y lo espero terminar a fin de año", señala el técnico forestal.
Diario Renacer de Arauco,Martes 6 de mayo de 2008

Leer más...