miércoles, 28 de abril de 2010

PODA MURTILLA


http://www.inia.cl/medios/raihuen/Digital/42.pdf

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viernes, 29 de mayo de 2009

LO IMPORTANTE QUE RESULTA VALORAR LO NUESTRO


“Hemos vivido suponiendo, que lo que era bueno para nosotros era bueno para el mundo, estábamos equivocados
Tenemos que cambiar nuestro modo de vida, a fin de que sea posible vivir mediante la suposición opuesta, que lo que es bueno para el mundo es bueno para nosotros y eso requiere que hagamos el esfuerzo de conocer al mundo y aprender lo que es bueno para él, debemos aprender a cooperar con sus procesos y aprender a ceder antes sus limites
Solo mediante una actitud de humildad y reverencia ante el mudo será posible que nuestra especie permanezca en el” Wendel Berry

Es posible utilizar el bosque como proveedor y generar recursos económicos a través de prácticas sostenibles que aseguren la sustenibilidad del recurso, entendiendo sustentabilidad como mucho más que la mera prolongación de la existencia de las especies que lo componen, pero es necesario actuar con responsabilidad, ya que a la larga la economía y el medioambiente son lo mismo, y si algo es antiambiental es antieconómico, por lo que surge la necesidad de trabajar para que la conservación sea una consecuencia de las buenas prácticas de manejo usadas en la producción, o la producción como consecuencia de la conservación

El crecimiento y desarrollo no solo se consiguen a costa de nuestros recursos naturales y de nuestros paisajes, nuestra provincia tiene especies de flora en peligro de extinción, también de fauna, humedales importantísimos, que albergan una biodiversidad sumamente relevante y espacios naturales que cada día se reducen más
Surge entonces la pregunta ¿cómo traspasar esa necesidad real que existe, por conservar y cambiar nuestra forma de relacionarnos con el entorno, como transmitir que no todo se mide en función de su valor económico inmediato, como transmitir que no solamente lo que es empacable, medible y vendible tiene importancia, como crear conciencia? y valorar lo que tenemos

Quizás debería hablar de cómo los servicios ecosistemicos influyen en todas las actividades económicas, tal vez podría hablas de como estos servicios regulan nuestro clima, podría hablar del tremendo valor cultural del bosque y su estrecha relación con los pueblos originarios, quizás mencionar como el bosque ha sido, es y seguirá siendo proveedor de innumerables ingredientes activos para tratar enfermedades (bosque sanador), podría hablas del bosque nutritivo y como especies que muchas veces desechamos como malezas hoy revelan su tremendo aporte nutricional como por ejemplo el Quelon (maqui), que es una de las especies con más alto contenido de antioxidantes, de especies como la araucaria que han sido testigos silenciosos de la tala indiscriminada y de cómo se reduce su hábitat cada día más
Sin duda podría hablar de muchas cosas, mencionar muchos ejemplos de iniciativas exitosas en materia de conservación y como estas logran mejorar la calidad de vida de las comunidades que las ponen en práctica, podría hablas del pudu y su reducido ecosistema, del michay rojo, especie que se encuentra en peligro de extinción, del huemul que parece que el único lugar donde lo veremos en el futuros será el escudo nacional

Tal vez, en parte es responsabilidad de quienes creemos firmemente en esta tarea y asumimos el desafío, también somos responsables, por quizás no hacer suficiente, sin embargo, no pretendo buscar culpables, si no contribuir con soluciones
Soluciones donde participemos todos y cada uno de nosotros, entendiendo que “la participación ciudadana es la clave del éxito, la comunidad debe ser la parte principal de la solución, no del problema, es necesario, involucrarla desde un principio en todos los aspectos de un proyecto desde la planificación, la capacitación y actividades como también el monitoreo y la evaluación, ya que, una persona motivada desarrollará con facilidad su propio conocimiento y capacidad. Es necesario asistir a la gente local a entender el por qué de los problemas ambientales y cómo pueden mejorar. Una vez motivada, hay que poner en manos de la misma gente los conocimientos adecuados y no solamente en un grupo de extensionistas”

Sin embargo en la parte de la motivación, es donde estamos flaqueando, algo está pasando o mejor dicho nada estamos haciendo, no pretendo criticar a nadie, pues soy consciente que cada persona se encuentra inmersa en su realidad individual y esta tiende a no deja mucho espacio para la participación, sin embargo es posible contribuir desde nuestro espacio individual, con acciones simples, pero efectivas, y quienes puedan disponer de una pequeña fracción de su tiempo para desarrollar iniciativas en conjunto, lo podemos hacer, la participación es mucho más que de decir “ yo apoyo la causa” tenemos que ser capaces de cambiar nuestras conductas y de ver en el bosque mucho pero mucho más que solo madera

Quizás para algunos estos no deje de ser comentarios pasionales, sin argumentos sólidos, sin embargo, nos guste o no es una realidad, la reducción del bosque nativo es algo palpable, es cosa de mirar nuestra Cordillera de Nahuelbuta y nos daremos cuenta que lo que alguna vez fue descrito por cronistas como una selva impenetrable que albergaba gran cantidad de especies de flora y fauna hoy es solo un “Desierto Verde” de especies introducidas, que por más que se pretenda no es bosque, por que las plantaciones no son bosques, y eso no lo digo yo sino la Sociedad de botánica de chile

Tal vez podría mostrar como aquello que no valoramos hoy sin duda un negocio muy rentable, en este aspecto retomare algo que señalaba en un artículo anterior:

“Quelón: (Aristotelia chilensis (Mol.) Stuntz), que produce esas bayas en gran abundancia y estimada calidad. Crece de Coquimbo al sur y su fruto negro (o blanco por excepción) constituye la delicia de los niños y de las torcazas.
Es vegetal sagrado para los mapuches, menos que el canelo e igual al laurel, símbolo de benévola y pacifica intención, y en tal sentido llevado a todas las reuniones sociales; además adorno obligatorio del símbolo religioso, el rehue.
Su uso es múltiple. La corteza, sacada en tiras o huiras, se utiliza para amarras; los frutos se comen frescos a la sazón y secos en invierno, también convertidos en chicha especial, denominada tecu, el jugo sirve para colorear mas el vino tinto y lo que bajo ese nombre se expende; la infusión de las hojas es considerada como un buen medicamento contra fiebres, en las afecciones de la garganta y en la cura de las llagas; su acción astringente es reconocida por la ciencia médica.” Extracto de Botánica Indígena, del misionero Wilhelm Mösbach 1955, impreso en 1992
Sin duda la biodiversidad de nuestro país es inmensa, es ese sentido somos privilegiados, sin embargo cada día más nos damos cuenta de nuestra falta de visión respecto de lo que tenemos, la consigna pareciera ser “lo de fuera es mejor”, ya que nos maravillamos con las especies traídas de otras latitudes y sus virtudes, y a las nuestras, las consideramos casi como “malezas”
Quisiera citar además parte del texto de difusión sobre un producto que actualmente está en los mercados Norteamericano y Europa que dice asi:

El más potente antioxidante botánico del mundo
El maqui es una baya de color púrpura oscuro y también es el antioxidante botánico más potente del mundo, lo que lo convierte en una antioxidante más fuerte que el acai, el mangostino, el goji, el noni e, inclusive, el chocolate. Según una serie de estudios, el maqui también posee importantes propiedades antiinflamatorias y termogénicas, lo que contribuye al alivio del dolor ocasionado por la inflamación y a la pérdida de peso.

Asimismo, el maqui posee una mayor Capacidad de Absorción de Radicales Libres de Oxígeno (ORAC) que cualquier otra baya o fruto conocido por el ser humano. Esto cobra especial importancia en el combate del envejecimiento y de los trastornos relacionados con el avance de la edad.
AVIA utiliza las propiedades promotoras de la salud de la baya de maqui y las mezcla con una combinación exclusiva de nutrientes y minerales que han demostrado su eficacia para ayudar a prevenir o reducir la inflamación y la oxidación—lo que convierte a AVIA en su propia fuente de la juventud personal.
“Desde tiempos inmemoriales, los indígenas mapuches de Sudamérica han venido celebrando los poderes curativos del maqui.”

Para algunos, probablemente las propiedades del maqui no sean nada nuevo, ya que investigaciones realizadas y publicadas en nuestro país hace ya algún tiempo hablaban sobre las tremendas propiedades del maqui, sin embargo desde que se descubrieron las propiedades del maqui, se comenzó a trabajar en la comercialización del producto, en principio para la industria de los colorantes naturales y hoy como podemos ver como un excelente antioxidante, lamentablemente una vez más, nuestro país se está quedando como un mero exportador de materia prima, pese a la tremenda variedad de usos y aplicaciones de productos derivados de esta especie nativa de chile, en otros países, quizás sea este nuestro premio por el poco valor que le asignamos a nuestras especies y ojala podamos aprender algo, ya nos paso una mala experiencia con la mutilla, donde pese a conocer sus importancia, no se le daba el valor necesario, y de pronto aparece un Australiano diciendo que esta especie era de su país, estos no son los únicos casos de especies nativas utilizadas en el extranjero y que en chile son poco consideradas, la biopiratería se remonta a la llegada de los españoles a nuestro país, solo que en ese entonces nadie lo veía como un problema, en el caso de las plantas medicinales son desenas las que hoy producen comercializan en el extranjero sin ninguna participación de nuestro país, en consecuencia sin ningún beneficio

Como la Convención sobre Biodiversidad de Río de Janeiro reconoció en 1992 el derecho de los pueblos sobre la administración de sus recursos genéticos y a recibir una adecuada compensación cuando son utilizados con beneficio económico por otros países, el potencial comercial de productos como la murtilla, maqui y muchos otros resultaría incalculable para Chile si consideramos los múltiples y variados usos, tenemos muchas especies con tremendos potencial, pero por lo general nos damos cuenta tarde cuando en algún otro rincón del mundo se le valora, recién hay las comenzamos a valorar, es sin duda importante el desarrollo de productos a partir de lo que tenemos, pero por nosotros con metodologías adecuadas y aspirando al real desarrollo local, contando con la participación de las comunidades porque de nada sirve un país productor si su gente no participa de dicha producción y de los beneficios que esta genera
Por último mencionar que según un estudio, el yuyo, una hierba silvestre que brota en primavera y que es utilizada por Mapuches y Huilliches para la preparación de fritos, tortillas y guisos, es aún más rico en concentrados proteicos que la espinaca. Su aporte nutricional es significativo, pues contiene un 74,1 % más de proteínas que la espinaca y un 89,3 % más de fibra. Además, contiene 104 miligramos de ácido ascórbico (vitamina C), frente a los 4,4 miligramos que aporta la espinaca. presentan un aporte nutricional similar. Sin embargo, este último tiene cuatro veces menos grasa y entrega 399 calorías, frente a las 425 que tiene el pan
Solo esperar que comencemos a tomar conciencia de lo que tenemos y la importancia que ello supone, y la necesidad de protegerlo, de conservar y de utilizarlo de manera adecuada, de reconocer la importancia del conocimiento empirico tradicional por lo que es, un legado rico en conocimiento y sabiduría

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martes, 17 de marzo de 2009

LOS NGEN

Los ngen

Los dioses creadores (füta-chachai y ñuke-papai) destinaron un ngen a cada una de las entidades de la naturaleza recién creada. Y que cada ngen es un "espíritu dueño de un elemento de la naturaleza", que asume la tuición sobre su bienestar y continuidad. Los ngen residen no solo al anterior del bosque nativo sino fuera de él, junto a diversos componentes de su flora y fauna silvestres asociadas a la caza-recolección, sus plantas y animales. Por tanto, su misión es cuidar y preservar la vida, bienestar y continuidad de los elementos silvestres a su cargo en los contextos de sus respectivos nichos ecológicos.

Junto a los ngen se generan los principios de una etnoecología nativa. Ellos contribuyen el equilibrio del medio ambiente, ejerciendo un control sobre la explotación excesiva de recursos naturales, su depredación y contaminación. Para estos fines, los ngen hacen uso de las potencias benéficas asignadas a ellos por los dioses desde el momento de la creación del mundo mapuche. Por tanto, ellos respaldan las normas respetuosas de interacción y reprocidad entre los mapuches y la naturaleza, aplicando castigos a quienes trasgreden el código preservacionista.


De acuerdo a los principios compartidos por los hombres y mujeres mapuches tradicionales, ellos no pueden considerarse dueños de las áreas de bosques y naturaleza silvestre que suelen estar incluidas en los terrenos de su reducción o áreas vecinas. Los mapuches son dueños solamente de lo que ellos mismos han plantado y/o criado –sean estos árboles frutales, hortalizas, cereales, animales domésticos, etc.-. En consecuencia, los bosques silvestres junto a la totalidad de su flora y fauna nativas no les pertenecen a los hombres sino a los dioses creadores. Y estos últimos han entregado a los ngen –en su calidad de espíritus guardianes- el cuidado y resguardo de la naturaleza silvestre.

Por tanto, la potencia espiritual de los ngen aparece encarnada en diversas entidades terrestres antropomórficas, zoomórficas o fitomórficas. Entre las principales, se cuentan los siguientes:
1.- el ngen-mapu, el espíritu dueño de la tierra
2.- el ngen-winkul, espíritu dueño del cerro o del volcán, distinguiéndose según su tamaño el ngen-fütawinkul (espíritu dueño del cerro grande o volcán) y el ngen-pichi-winkul (espíritu dueño del cerro pequeño o colina)
3.- el ngen-ko, espíritu dueño del agua, distinguiéndose específicamente el ngen-trayenko, espíritu dueño del agua de vertiente, y al ngen-lafkén, espíritu dueño del lago o mar;
4.- el ngen-mawida, espíritu dueño del bosque nativo, distinguiéndose según la especie de árboles que contiene. Así tenemos: (4 a) el ngenfoyentu, espíritu dueño del bosque de canelos, (4 b) el ngen-pitrantu, espíritu dueño del bosque de pitras, (4c) el ngen-walle, espíritu dueño del bosque de robles, y (4d) el ngen-pewén, espíritu dueño del bosque de araucarias, que da abundantes piñones;
5.- el ngen-kurra, espíritu dueño de la piedra potente, distinguiéndose según su tamaño: (5 a) el ngen-füta-kurra (espíritu dueño de la piedra grande) y (5b) el ngen-pichi-kurra (espíritu dueño de la piedra pequeña).


También existen -al interior de los bosques nativos- espíritus vinculados a la flora y fauna silvestre, tales como:
6.- los ngen-kulliñ, espíritus dueños de los animales silvestres
7.- los ngen-üñëm, espíritus dueños de los pájaros silvestres
8.- los ngen-rëpü, espíritus dueños del camino tropero trazado por las pisadas de animales silvestres
9.- los ngen-lawén, espíritus de las hierbas medicinales

Por último, es necesario agregar ciertos espíritus vinculados a fenómenos ambientales y atmosféricos, o bien generados por éstos, tales como:
10.- el ngen-kütral, espíritu dueño del fuego
11.- el ngen-kürëf, espíritu dueño de los vientos

La creencia en los ngen genera una etnoecología nativa basada en un código preservacionista compartido y transmitido oralmente. Al desempeñar su rol y cumplir su destino como guardianes de la naturaleza silvestre, los ngen resguardan el equilibrio ecológico. Forman parte, asimismo, de un sistema consensual de creencias que valida y legitima los principios tradicionales de interacción respetuosa y de reciprocidad entre los humanos y la naturaleza.

Hay consenso, por tanto, que quienes trasgreden las normas preservacionistas recibirán castigos severos aplicados por los ngen. La creencia en la autoridad, poderes y funciones de estos espíritus contribuye, por tanto, a la mantención del equilibrio medioambiental al interior del bosque nativo, como también al control de la explotación excesiva, depredación o contaminación de sus recursos naturales.

Diversos relatos orales mapuches dan cuenta que -de acuerdo a normas antiguas muy estrictas- los ngen han prohibido los asentamientos humanos al interior de los bosques nativos. A los mapuches recién llegados que solicitaban permiso para radicarse en dichas áreas, los ngen les asignaban terrenos periféricos. Se favoreció así la preservación del entorno silvestre y la coexistencia respetuosa de los indígenas con el medio ambiente, la vida silvestre, y su flora y fauna original.

La creencia en los ngen ha incidido en la articulación de procesos y condiciones que influyen sobre las actitudes preservacionistas de los mapuches tradicionales respecto al medio ambiente natural. Dicha articulación se observa en:

1.- la interacción respetuosa con el medio ambiente y la vida silvestre
2.- la elección de lugares de asentamiento fuera del bosque nativo
3.- el fomento respetuoso del equilibrio medioambiental
4.- el cumplimiento de las normas preservacionistas
5.- la complejidad de las vivencias religiosas asociadas al habitat silvestre
8.- el desarrollo de ritos tradicionales –tales como el ngillatún- al interior del bosque nativo.

Se cree que cuando algún dios mapuche baja del wenu-mapu a la tierra, su lugar predilecto es el bosque nativo milenario plantado por su mano durante la creación original. Al dios le gusta refrescarse en él. Un testimonio relata la emoción profunda que embarga a un mapuche creyente que penetra en sus dominios. Es una experiencia mística que lo aproxima a sus dioses. En el bosque se siente intensamente la presencia divina: es el dios que ha bajado y está allí. El mapuche siente entonces que la tierra se mueve y gira bajo sus pies. Se cimbra todo el bosque. Son los efectos de la presencia divina en un ambiente saturado de potencias sobrenaturales. Pues el bosque virgen milenario es la catedral o iglesia de muchos mapuches creyentes.
Extracto del trabajo de María Ester Grebe en Revista de Antropología de Chile

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miércoles, 4 de marzo de 2009

CONOCIMIENTO TRADICIONAL Y EL DESARROLLO LOCAL CON IDENTIDAD

El conocimiento empírico tradicional, puede ser un importante aliado en nuestro desarrollo local, un desarrollo con sentido, con identidad, que respeta y reconoce su valor de lo tradicional, lo conserva, lo difunde y lo utiliza, en sus distintas formas y expresiones

A lo largo del tiempo hemos tenido la tendencia a suprimir este conocimiento, en parte por nuestro herrado concepto de desarrollo, que excluye todo lo que a simple vista no reporta de manera clara e inmediata beneficios económicos directos y en este proceso olvidamos incluso el valor de lo nuestro y lo que ello representa, estamos tan afanados buscando, que no nos damos cuenta de lo que está a nuestro alrededor y es necesario incluso que lo que naturalmente tenemos sea utilizado en otros lugares para comenzar recién a valorarlo


El bosque es mucho más que solo madera y es algo que nos cuesta tanto entender, hoy cuando estamos rodeados de monocultivos de especies arbóreas de rápido crecimiento y nuestros bosque cada vez más lejanos, relegados a quebradas de difícil acceso, nos preguntarnos “Que paso”, tuvimos en nuestras manos tremendos recursos y no supimos aprovechar las posibilidades que nos brindaban. Somos una zona forestal, pero es más económico construir con materiales traídos de fuera que con la madera que aquí se produce

El conocimiento tradicional por ejemplo sobre nuestra flora nativa, cuanto sabemos de ellas, cual es la diversidad de especies nativas en nuestra zona, incorporamos esta diversidad a nuestros espacios urbanos?, es a lo menos curioso pero cada vez que se crea un área verde se prefiere plantar especies como pino Oregón, ciprés, palmeras, secuoyas, etc., y de vez en cuando incorporamos algunas especies nativas, tenemos una diversidad de especies con tremendo valor ornamental, muchas de ellas cultivadas en Europa y EEUU, pero no en nuestro país, lamentable

Los conocimientos de nuestros pueblos originarios, no son aprovechados, en algunos casos ni siquiera considerados, situación lamentable, si entendiésemos el potencial que ese conocimiento encierra, tanto en términos tangibles como en la visión que ellos tienen de nuestros recursos y el valor que le asignan. La literatura reconoce el uso medicinal de a lo menos 469 plantas nativas pertenecientes a la flora vascular chilena que tienen alguna referencia de uso como planta medicinal.

En este sentido cabe destacar la extraordinaria importancia que tuvo el bosque para los mapuches como fuente de plantas medicinales, muchas de las cuales, por su extrema relevancia, fueron elevadas a categorías religiosas, la taxonomía vernácula mapuche alude muchas veces al efecto terapéutico específico de cada planta, al que por lo general va unido el vocablo colectivo lawen o lahuen, que significa medicina.

Encontramos algunos ejemplos de la flora nativa del sotobosque en distintas especies como:

Llushu lawen(Hymenophyllum dentatum), para curar el ombligo de los recién nacidos,

Llanca lawen (Lycopodium paniculatum) para sanar úlceras y tumores

Lafquen lawen (Euphorbia portulacoides) o remedio de agua.

Cachan lawen o “cachanlagua” (Eythraea chilensis), es una de las más afamadas plantas medicinales es el cuya infusión sirve para múltiplesusos terapéuticos,

Melico-lahuén (Caltha sagittata Cav), eficaz medicamento contra las afecciones gastrálgicas,

Ñamcu-lahuén (Linum chamissonis Schiede), usado contra las indigestiones y dispepsias,

Quelü-lahuén (Polygala stricta Gay), da un excelente medicamento diurético, para la dispepsia y las afecciones al pulmón o hígado,

Huentru lawen (Ophioglossum uulgatum) era usado por las mujeres para engendrar hijos varones, entre muchas otras especies con distintas propiedades medicinales.

Si bien para muchos, estas especies y sus utilización, no de dejan de ser meros usos “populares” no debemos olvidar que muchas de estar especies se utilizan hasta nuestros días y muchas de estas cuentan hoy con un atractivo mercado para su comercialización, siendo la base de muchos de nuestros medicamentos

Lo mismo ocurre con las plantas comestibles donde podemos nombrar a:


Cül-cül , quilquil (Blechnum chilense ) cuya medula de sus troncos se usaba para la alimentación,

Mangu (Bromus mango) cultivado por los mapuches en calidad de cereal, el diccionario del Padre Havestadt menciona el mangu-cofque: pan de mango,

Trüca, Tëca Antiguo cereal de que hablan los cronistas, había pertenecido a las gramínea, Cai (Greigia sphacelata)y su fruto comestible,

Ligtu, gil (Alstroemeria ligtu L.) del cual se elabora el Chuño de la fécula contenida en las raíces tuberosas-cilíndricas,

Mahuida poñü (Dioscorea saxatilis Poepp.) cuyo tubérculos es comestibles,

Lahuü , Lawü ( Herbetia lahue ) Sus bulbos afanosamente buscados para ser comidos asados,

Ngëfü (Gevuina avellana) y sus semillas comestibles,

Ñüpufoqui, cogüilera (Lardizabala biternata) con su fruto comestible,

Mëchai (Berberis buxifolia) de fruto comestible, se preparaba además chicha,

Ngëdón (Brassica rapa L.) el vegetal afanosamente buscado para preparar sus ngëdón-corü y llüdqui-corü, es decir sopas y caldos de yuyo,

llahuén (Fragaria chiloensis) surtía de un azucarado alimento fresco en la temporada y otro seco para la escasez del invierno, además de una agradable chicha para las reuniones y fiestas,

Quëlón (Aristotelia chilensis) los frutos (Maki) se comen frescos a la sazón y secos en invierno, también convertidos en chicha,

Estos son algunos de las muchas especies tradicionalmente utilizadas para la alimentación, podríamos seguir nombrando una larga lista de especies y usos tradicionales, muchas de las cuales solo se almacenan en antiguos textos de cronistas o botánicos, sin embargo hoy cuando afanosamente buscamos alternativas de producción quizás sería interesante mirar en nuestros recursos nativos y nos daríamos cuantas que hay esta nuestra respuesta

Otro antecedente que cobra mucha importancia es el alto grado de endemismo de nuestra flora nativa, lo que nos entrega la posibilidad de producir con exclusividad, tal es el caso de Keule o Queule (Gomortega keule Mol.), Según C. Gay se llamaba en su tiempo también Hualhual: contorno, nombre que aludiría a la copa compacta y redonda de este árbol, endémico de nuestro país y de nuestra zona, lamentablemente en peligro de extinción, su fruto tradicionalmente comestible, semejante al níspero, el mesocarpio es comestible y de gran sabor, la especie p resenta una distribución severamente fragmentada en pequeñas poblaciones desde la provincia de Cauquenes hasta la de Arauco (VII y VIII región).


La flora nativa es única y exclusiva, y posee un elevado número de usos potenciales (alimentario, forrajero, frutal, medicinal, industrial, biopesticida, tintura, ornamental, compuesto biológico, etc.). Sin embargo, no está siendo adecuadamente aprovechada y los recursos genéticos chilenos en muchos casos se utilizan en el extranjero con poco beneficio para el país.Mucho del conocimiento sobre su uso se almacena en nuestros pueblos originarios, por lo resulta vital investigar, reunir, difundir, utilizar y valorarlo, ya que el conocimiento empírico tradicional puede contribuir de manera significativa en los procesos de valoración de nuestros recursos naturales, como así también entregarnos un abanico de posibilidades para diversificar nuestra producción o mejorarla
http://ln.fica.cl/muestra_noticia.php?id=4438

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DESARROLLO LOCAL DE LA MANO DE LO NUESTRO



Cada vez es más comuna escuchar sobre la falta de iniciativas en nuestra comuna, de oportunidades, de medios, mecanismos o alternativas para el desarrollo local, incluso la falta de recursos, entendiendo esto último como la inexistencia de productos con los que se pueda acceder a los mercados, que permitan un desarrollo equitativo.


Somos una zona privilegiada en muchos aspectos, privilegios que si bien es cierto no hemos sabido canalizar y en alguna medida hemos ido perdiendo, por la escasa capacidad de materializar este potencial, no es tarde para darnos cuenta que los recursos están y en algunos caso más cerca de lo que pensamos.

Maqui (Aristotelia chilensis)



Especie que ya en 1997 registró un volumen de cosecha y comercialización de aproximadamente 90.000 Kg de maqui, lo cuales fueron procesados y enviados a Alemania en una cantidad equivalente a 20.000 kg de concentrado

Por otra parte un Estudio de percepción de sabores realizado en Fundación Chile respecto a la mermelada de maqui, consistente en una evaluación sensorial de preferencia y aceptabilidad frente a dos formulaciones de mermelada de maqui. Las principales conclusiones de esta evaluación fueron:

• El 62% de los evaluadores compraría Mermelada de Maqui si ésta estuviera en el mercado.
• En el test de preferencia la Mermelada simple sin pectina resultó ser la más preferida
• El principal problema detectado del producto es el color residual que deja en la boca Como no muchas personas saben, también aunque en menor número existe el maqui Blanco.

La mermelada de maqui se expende en lugares especializados del sur de Chile, a muy baja escala, su precio es de $ 1.000 los 250 grs de mermelada.

Pulpa y colorante

El precio de exportación de la pulpa varía entre 4 – 7 US$/Kg.

Los colorantes naturales como el maqui tienen precios que varían entre US$ 15/kg y US$ 79/Kg, valores muy superiores a los la pulpa.

Hoy en día existen varias empresas que desarrollan actividades de exportación de este fruto nativo de nuestro país en volúmenes que superan las 200 Ton/año, es más aunque pueda parecer difícil de creer hay personas que están plantando maqui, para satisfacer la demanda del creciente mercado de los colorantes naturales.

En el Maqui, sus principales activos son los alcaloides y taninos, poseen propiedades anti-inflamatorias, antiespasmódicas y analgésicas. Específicamente los alcaloides poseen una acción relajadora sobre la musculatura lisa.

Nalca (Gunnera tinctoria)

Es una especie tradicionalmente utilizada, que sin embargo es difícil imaginar, degustándose de otra preparaciones que no sea solo con sal, como solíamos comer, sin embargo productos como la mermelada de nalca, las nalca en escabeche o el nalca-sour (pisco sour de nalca), que hoy se comercializan en diferentes lugares de nuestro país entregan interesantes oportunidades para aquellos que se atreven a lo nuevo o a rescatar el conocimiento tradicional sobre el uso de nuestra flora nativa
No podemos olvidar que esta especie aparte de su uso comestible posee otras reconocidas aplicaciones, como especie ornamental, o que las hojas bien cocidas puestas sobre la parte inferior de la espalda y riñones hacen bajar la fiebre, la raíz contiene tanino y goma, por sus propiedades tónicas y astringentes se emplea contra las hemorragias y las diarreas, los artesanos las usan para colorear de negro sus tejidos y también para curtir cuero

Es posible encontrar una gran variedad de especies que cresen en condiciones naturales, para las cuales existe un interesante y en ocasiones desconocido mercado, muchas de ellas pasan desapercibidas por la mayoría de las personas, pero resultan ser un recurso que genera beneficios tangibles, no muy desconocido es el mercado de los Hongos como Callampa rosada (lactarius deliciosus), que es el segundo hongo en importancia en las exportaciones chilenas, también es necesario nombrar otro hongo Morchella (Morchella sp.), que alcanza los mayores precios en el mercado exportador nacional, además que este presenta el segundo valor comercial a nivel internacional después de la Trufa
Murtilla Ugni molinae especie ya reconocida comercialmente, en parte por las innumerables características de sus frutos, en este caso ya se trabaja con un importante número de plantaciones de la especie, por los buenos precios que posee y volúmenes requeridos para satisfacer a los mercados internacionales, son muchas las especies que poseen un mercado y más las que aún esperan ser utilizadas apropiadamente


Incluso algunas especies que consideramos malezas como el diente de león (Taraxacum officinale), se vende en diversos mercados de los EEUU a unos 30 dólares por kilogramo de hierba seca, o 44 dólares por kilogramo de raíces secas, especies, como el boldo, quillay, las hojas de la zarza mora y sus propiedades medicinales, comercializadas no muy lejos de nuestra comuna, son algunas de las especies, aunque hay muchas más y resultaría demasiado extenso mencionarlas a todas, pero esto nos puede dar una pequeña muestra, que los recursos para nuestro tan anhelado desarrollo en ocasiones están más cerca de lo que pensamos
Así es que solo queda preguntarse ¿estamos dispuestos a trabajar?, como lo señalaba el señor Barrueto, a materializar este potencial o nos quedaremos solo con intenciones?

http://ln.fica.cl/

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lunes, 8 de septiembre de 2008

CHICHAS EN EL CHILE PRECOLOMBINO


Chicha es una palabra de origen antillano que se refiere a una bebida de baja graduación alcohólica obtenida de la fermentación de almidón o azúcares de casi todos los granos, tubérculos, raíces y frutas espontáneas comestibles, mieles y otros. La palabra se difundió con los españoles por todo el continente, perdiéndose en la mayoría de los casos las voces vernaculares.

El objetivo del trabajo fue de pesquisar y sistematizar la información relativa a la preparación y consumo de bebidas fermentadas, registrando las especies botánicas empleadas en su elaboración y estableciendo relaciones con la vida civil, social y religiosa. La base de información fueron los cronistas, estudios etno-históricos y etno-botánicos, el análisis semántico de vocablos indígenas y tradiciones que aún perduran en algunas comunidades rurales.

El consumo de chicha estaba muy vinculado a la vida social y a los momentos trascendentes de la vida de las personas: nacimientos, matrimonios, muertes, inauguración de una vivienda, mingas por siembras, cosechas, etc. y también a las grandes ocasiones de la vida comunitaria como ceremonias rituales, nguillantunes, torneos de chueca, iniciación de machis, preparación a la guerra, etc. Tenía un rol determinante en los hábitos alimentarios, sumando un aporte calórico no desdeñable a la dieta en particular después de grandes esfuerzo, como es el caso de las mingas vistosamente regadas. En algunos casos se le atribuía también un rol medicinal.

La mas extendida en todo el país fue sin duda la chicha de maíz (Zea mays L.). En el norte se empleaban también los frutos de algarroba (Prosopis sp.) y de molle (Schinus sp.), mientras en el sur eran frecuentes las preparadas a base de frutas regionales (Fragaria chiloensis, Berberis sp., etc.). Solo las poblaciones del extremo sur no consumieron chichas.


Elaboración de las chichas

La palabra define a una bebida fermentada de baja graduación alcohólica, generalmente alrededor de 3 a 7 grados, que se obtiene por la fermentación de azúcares o almidones que se transforman en alcohol gracias a la acción de levaduras del género Saccharomyces. El grado alcohólico de la bebida varía según la mezcla de base, las levaduras presentes y el tiempo de fermentación. En las chichas el rendimiento en alcohol era bajo por la fermentación espontánea.

En el caso de los almidones, se produce primero su desdoblamiento en azúcares simples por la acción de enzimas a través del proceso de maltaje, necesario para la obtención de las substancias fermentables. Para la chicha de maíz y otros cereales, el procedimiento se iniciaba en líneas generales, remojando los granos por algunos días, para luego dejarlo en reposo en un local húmedo y oscuro hasta que empezara a germinar. Cuando aparecía la raíz se sabía que las transformaciones químicas de los almidones del grano habían formado las enzimas necesarias para la fermentación, al cabo de lo cual se colocaban al sol y se dejaba secar. Así tostado y seco el producto se molía constituyendo la base farinácea y fermento de la chicha. En el momento en que se requería, este producto era hervido en agua y dejado fermentar por algunos días, se obtenía la bebida (Madeiros 1988:19; Estrella, 1988:86).

El proceso de preparación tradicional partía a menudo de harina de maíz masticada, pues la ptialina de la saliva inicia la degradación de los almidones. Así se formaba el muku con lo que se obtenía una bebida con especiales propiedades de fermentación y gusto característico Mendoza, (1957:81). Un procedimiento similar es mencionado también para la yuca (Raimondi, 1929:59) y para la quínoa (Vásquez, 1967:268).

Según Cobo (1964:162) la chicha más ordinaria: “...es la que se hace de maíz mascado; para lo cual se ven no solo en sus pueblos sino también en muchos de españoles [...] hechos corrillos en las plazas de indias viejas y muchachos sentados mascando maíz [...] No mascan todo el maiz de que se hace la chicha, sino parte de él, que, mezxclado con los demás sirve de levadura. La cual tienen los indios por tan necesaria para darle el punto a la chicha”.

Un documento Anónimo atribuido a Blas Valera de aproximadamente 1594, señala que: “...para que el vino tuviese los efectos que se pretendía [...] se lindase el maíz con la saliva del hombre”. De esta manera: “habría nacido la costumbre de mascar los niños y las doncellas el grano de maíz, y lo mascado ponerlo en vasos para que después se cociese y pasase por diversos coladores de lienzo de algodón y agua limpia y el agua que de todo esto se exprime, sea el vino del cual usaron mucho tiempo” (Anónimo, 1968:174).

La chicha de fruta se obtiene por la fermentación espontánea del jugo. El tiempo de fermentación está en estrecha relación con la maduración (contenido de azúcares) y la temperatura ambiente. Está ampliamente documentado el empleo de diversas especies en la preparación de chichas. Ovalle (1978:62) indica que: “...la chicha es su vino ordinario, el cual también hacen de otras frutas de árboles”. En relación con esto, Reiche (cit. por Martínez-Crovetto, 1982:66) señala para los araucanos: “estos indios [...] además del maíz emplearon frutas silvestres”, entre las cuales las más importantes eran los calafates (Berberis sp.), la frutilla (Fragaria chiloensis), el maqui (Aristotelia chilensis), el miñe-miñe (Rubus geoides), la murtilla (Ugni molinae), la luma (Amomyrtus luma ), entre otras. A veces, los utilizaban solos pero con frecuencia los hacían fermentar mezclados. El mismo autor señala que una vez criado el fermento necesario en la fruta triturada con agua, se le guardaba de un caso al otro, de suerte que se puede decir que los microorganismos de la fermentación -la levadura en este caso- se conservaban y cultivaban. Un procedimiento parecido es mencionado por Furlong (1969:372, citando a Coluccio) en la preparación de chicha de algarroba (Prosopis sp.): “Para abreviar la operación se suele poner como levadura un poco de concho, heces de aloja hecha. A las pocas horas resulta una bebida fresca y agradable”.

3. Propiedades medicinales de las chichas

A las chichas se les atribuían diferentes propiedades medicinales. Según Patiño (1984:18), para algunos dietistas contemporáneos la chicha tuvo en la época prehispánica un efecto razonablemente benéfico en la normalización de las funciones de eliminación.

Los cronistas señalan para la chicha de maíz (Zea maiz), algarrobo (Prosopis sp.) y molle (Schinus sp.) en particular, propiedades preventivas o curativas de aparato urogenital. El que las poblaciones nativas no tuvieran cálculos (mal de piedra) ni enfermedades renales, sorprendió enormemente a los españoles, porque estos eran males frecuentes entre ellos.

En cuanto a la chicha de maíz, en Anónimo (1968:174) se hace hincapié en señalar que: “...para que el vino tuviese los efectos que se pretendía de lavar la vejiga y deshacer la piedra, se lindase el maíz con la saliva del hombre, que es muy medicinable”. Cobo (1956:II-15) escribe que: “...apenas se haya indio que padezca mal de orina ni críe piedra...”, y agrega que: “...toda suerte de chicha de maíz, bebida, aprovecha contra el mal de detención de orina; contra las arenas y piedras de los riñones y vejiga; a cuya causa, nunca en los indios, así viejos como mozos, se hallan estas enfermedades, por el uso que tienen de beber chicha”. Aconseja Cobo (1964:163): “Y tomando desta bebida, cuando no está muy agria o madura, medio cuartillo caliente en ayunas, aprovecha contra la cólica pasión y contra todo detenimiento de orina y mal de ijada. También sirve el concho o asiento de la masa que hace la chicha, porque, aplicado sobre los pies gotosos, les quita el ardor y mitiga el dolor”. Garcilazo (1960:77) escribe refiriéndose al maíz que: “es de mucho provecho para el mal de riñones, dolor de ijada, pasión de piedra, retención de orina, dolor de la vejiga y del caño; y esto lo han sacado de ver que muy pocos indios, o casi ninguno, se halla que tenga estas pasiones, lo cual atribuyen a la normal bebida de ellos, que es el brebaje del maíz.”.

Furlong, citando a Pedro Montenegro, indica que se hace con la fruta del algarrobo (Prosopis sp.) una aloja, que llaman chicha, la cual tomada con moderación por la tarde y mañana abre las vías, deshace las piedras y tofos de la vejiga. La chicha ha sido considerada diurética y de notoria eficacia para expeler los cálculos de la vejiga, pudiendo asegurar que no hay indio que sufra de este mal (Fourlong, 1969:370-389). En Perú la chicha de algarroba era además considerada como un tónico general (Chávez, 1977:317).

Los frutos de molle (Schinus sp.) proveían una chicha muy apreciada a la que se le atribuían numerosas propiedades medicinales. Garcilazo (1960:309) señala que es: “...muy sabrosa, y muy sana para males de orina, hijada y vejiga y mezclada con el brebaje de maíz lo mejora y lo hace sabrosa”. Hipólito Ruiz (cit. por Latcham, 1936:50) indicaba que: “...hacen una excelente chicha contra el mal de orina y contra la hidropesía”. Las propiedades medicamentosas de la chicha preparada con el molle también son citadas por Aldave y Mostacero (1988:241). Según Horkheimer (1973:101) la bebida es apreciada hasta hoy como tónico.

A la chicha según Vásquez (1967:273) se le atribuyen propiedades medicinales, especialmente curativas para combatir afecciones pulmonares. En algunas zonas del Perú, se toma para calmar o curar el resfrío y la tos. Según el mismo autor en Huamanga las mujeres parturientas toman chicha con huevo batido para recuperarse de las debilidades del parto. Según Pardo (1997:6) la chicha de molle fue un gran recurso usado en la medicina popular para combatir las inflamaciones de los riñones, vejiga, en la hidropesía, contra los dolores menstruales y usada como purgativa.

Según Vásquez de Espinoza (1969:294): “...hacen los chilenos con mucha curiosidad y limpieza al modo del nuestro [vino]; este no embriaga, consume los malos humores, alegra el corazón, calienta el estómago y es muy bueno a la digestión”.

En Farga y otros (1988:45) se señala que al vino preparado con los frutos de maqui (Aristotelia chilensis) se le atribuyen propiedades medicinales, afirmando que con sus frutos se elabora un vino que tiene propiedades astringentes y es tónico. Citando al padre Rosales agregan que: “...es restrictivo porque tiene calidad estítica [...] es muy dulce, suave y confortativo”. Según Zin y Weiss (1980:219) el vino que se hace con el fruto es astringente y tónico ( En general, los frutos de esta planta son considerados como astringentes y refrescantes, y son empleados en medicina popular y citados por numerosos autores para contrarrestar diarreas y disenterías.

4. La chicha como alimento

No hay dudas que desde el punto de vista nutricional la chicha cumplía un rol importante en la alimentación, por las calorías que aportaba a la dieta y por una cantidad no despreciable de otros nutrientes (vitaminas, sales minerales, aminoácidos), considerando la globalidad del consumo. Garcilazo (1609) estimaba que los indígenas incaicos consumían diariamente más de un litro y medio de chicha (citado por Guerra, 1980:80), lo que aplicado al valor nutritivo de una cerveza moderna, permite estimar la contribución de la chicha a la dieta diaria. ) Desde este punto de vista, la chicha de quínoa jugaba un rol importante, por su aporte en aminoácidos esenciales (glicina, metionina y fenilalanina) limitante en cereales como el maíz.Como dato comparativo, se señala que una cerveza corriente de 2,4° alcohólicos aporta unas 35 calorías y 0,3 grs. de proteínas por cada 100 gr, además de un contenido importante de vitaminas del complejo B y sales minerales (Randoin et al,1976).

Esta situación está frecuentemente documentada por los cronistas. Santillán (1968:129) indica: “su mantenimiento es maíz, ají y cosas de legumbres, nunca comen carne ni cosas de sustancia, salvo algún pescado los que están cerca de la costa, y por eso son tan amigos de beber chicha, porque les hincha la barriga y les da mantenimiento...”. En Anónimo (1968:175): “...el beber era extremado; porque fuera de que la chicha es poción verdadera, da también nutrimento como si fuese comida”. Oviedo (en Nicolau D’Olwer, 1963:377) señala: “Este vino es sano y templado, y tienenle los indios por preciado y gentil mantenimiento, y tienelos gordos”. Propiedades reconocidas también en Poma de Ayala (1980:189) cuando escribe: “...Que tengan medida de chicha los caciques principales y demás indios en las fiestas y pascuas y en la minga de las sementeras, cada día por la mañana dos puchuelos [para] almorzar, y a comer otros dos puchuelos, y a cenar otros dos puchuelos y no han de pasar más”.

Entre los cronistas chilenos, Ovalle (1978:30) señala que la chicha: “...más usual era la preparada a base de maíz, que es común pan y sustento de los indios”.

La mezcla de chicha con harina tostada se llamaba kupilka o cupilca según Augusta (1966:106), preparación también citada por Baeza (1936:185) para la chicha de huingán (Schinus polygama). Es una combinación altamente calórica, cuyo hábito de consumo perdura hasta nuestros días, indicado por Coña (1984:143) en el caso de las mingas.

El valor que se le concedía a la chicha como alimento queda también de manifiesto en las diferencias que establecía Poma de Ayala (1980:242) entre: “...los indios Chinchaisuyos, aunque son indios pequeños de cuerpo, animosos, porque les sustenta maíz y beben chicha de maíz que es de fuerza; y de los Collasuyos los indios tienen muy poca fuerza y ánimo, y gran cuerpo y gordo, seboso, para poco, porque comen todo chuño y beben chicha de chuño...”. El chuño al que se alude, es un producto alimentario obtenido de la dehidratación de las papas (Solanum tuberosum).

Todos estos aspectos se contrastan con el consumo excesivo que ha sido señalado por los cronistas y reprimido por las autoridades administrativas y religiosas, lo que se reconoce en el Código de la Política Indiana que señala: “...la embriaguez tan dañosa, y casi perpetua entre muchos de ellos”. Esta costumbre fue muy criticada y se trató de extirparla porque se la tenía como responsable de las idolatrías (Solórzano, 1972:93). Las prohibiciones que las autoridades civiles y religiosas trataron imponer a los conquistados, no dieron grandes frutos. N

5. Nombres y sabores de Chile

Son numerosos los nombres que se le asignaban.

Con diferencias regionales, la chicha de maíz (Zea maiz) era sin duda la más extendida. Llamada sora en el norte (Horkheimer, 1973:83; Bahamondes, 1978:336), con gran poder embriagante, es de consumo común hasta hoy en algunos pueblos precordilleranos de Arica, donde se repite esta palabra como topónimo. El mismo Bahamondes (1978) indica también el nombre de cach-ir para la chicha de maíz preparada conforme a las viejas prácticas de los atacameños.

Augusta en su Diccionario Araucano-Español señala para el sur de Chile dos voces principales para designar la chicha: mudai y pülku. Mudai es la chicha de maíz, trigo, cebada o de papas revueltas con trigo (1966:152), mientras pulku o pülku es un sustantivo quizás más genérico que significa “la bebida” o “la chicha”, voz que se puede componer para expresar un tipo específico. Así por ejemplo, pülku finu sería vino, pülku manshana sería chicha de manzana, pülku üwa chicha de maíz (üwa = maíz) y pülku fe los que saben hacer la chicha (1966:201). El mismo autor indica que se conoce con el nombre de koncho la chicha espesa y en general toda borra, mientras tomar por koncho a alguno, es hacer con él, el sacrificio o la ceremonia en que se basa esta forma de amistad (Augusta, 1966:99).

Coña proporciona la siguiente información: “También se trae un barril de chicha de maíz, llamada mushka” y agrega que para sus fiestas más concurridas solían proveerse de chicha de maíz que llamaban mushka (Musca en español en Coña 1984:143-149). Según el mismo autor (1964:145) el nombre de mushka o muday se asignaba a la chicha fabricada con granos de maíz a la manera tradicional. Aporta algunos elementos relacionados con la preparación de esta chicha: se muelen los granos secos de maíz, se tamizan, luego se humedecen en una batea donde se les agrega agua; esta operación recibe el nombre chëfëm = masa hinchada. Augusta (1966:87) llama kekün, al maíz molido y humedecido por primera vez. Esta masa se vuelve a moler en la piedra y recibe el nombre de mëlan = remolido (nombre también señalado por Augusta, 1966:146), la empapan y amasan en una artesa. Enseguida esta masa se cuece en una olla denominada këlilwe y se la deja enfriar. Aún tibia se vierte en una carca (gran envase) donde se deja fermentar, al cabo de la cual esta pronta a beberla.

Para Oña, muday es la misma chicha de maíz más suave, mientras pérper, es también la de maíz más gruesa y menos fuerte de todas (Oña, 1944:336).

No existe total concordancia en los nombres porque se establecían además diferencias según los días de fermentación. Según señala Latcham, (1936:143) los mapuches daban diferentes nombres a la chicha de maíz: mudai, o púlcu (ver Augusta mas arriba) cuando estaba fuerte, si se presenta turbia era muscu y si estaba bien clarificada, huycon.

También se preparaba la chicha de maqui (Aristotelia chilensis), llamada teku en voz mapuche (Montes y Wilkomirsky 1987: 86; Farga y otros, 1988:45).

Según Montenegro (2000:219) con los frutos de molle o lilén (Schinus latifolia) se prepara la chicha llamada müchu o muchi, de sabor muy agradable y apetecida.

Según Zin y Weiss (1980:254), la población nativa llama guarango o agua de la vida a la chicha de cancan o palma chilena (Jubaea chilensis).

Algunos nombres de esta bebida quedan en el canto de Oña (1944:220).

"...y en copas de madera no medianas

les dan liquor de Molle regalado,

Muday y Perper, y el Ulpo fu beuida.

Al parecer entre las poblaciones del extremo sur (Alacalufes, Yaganes, Onas) no existió la costumbre de preparar bebidas fermentadas.

6. Sabores

Las chichas fueron muy consumidas a lo largo de todo el país y se obtenían prácticamente de todos los granos y frutas comestibles cultivadas o espontáneas, e incluso de hongos, aunque algunas especies producen chicha de mejor sabor que otras. Se preparaban seguramente a lo largo de todo del año con granos de cereal o con fruta fresca de cada región a medida que iban madurando, o con frutas deshidratadas que se conservaban secas para este fin, como frutilla, huingán, maqui, uñi, lo que se refleja en la cita de Núñez de Pineda (1973:123): “...labran ellos sus frutillares, de que hacen mucha cantidad de pasas para sus bebidas”.

La chicha fue apreciada por algunos cronistas. Vásquez de Espinoza (1969:294), escribe: “...en el Reino de Chile la hacen de una frutilla que cría unos arbolillos pequeños, que así el árbol, como la fruta es a modo de murtilla de arrayán, aunque esta es la mejor bebida de todas, que puede competir con el vino de uvas en el color y en el sabor; el color es un dorado muy bueno, el sabor suave y bueno”.

Aunque se registran diferencias regionales, la chicha de maíz (Zea maiz) era la más extendida. Junto a ella, prevalecían en el norte la chicha de algarroba (Prosopis sp), denominada ckilampana o kilapana, de chañar (Geoffroea decorticans) y de molle (Schinus molle). Cuando el año agrícola era malo, el algarrobo constituía la base de sustentación; con sus vainas se preparaba pan y chicha.

De Bibar (1979:20), tenemos los siguientes testimonios: “...algarroba y chañar, que tengo dicho, del cual también hazen un gustoso breuaje para beber e miel [...] e donde tienen sus basixaz en que hacen el breuaje que tengo dicho (que son unas / tinajas de dos arrobas e de más o menos e ollas e cántaros para su servicio)”.

Según Molina (1810) los: “...arbustos que llevan bayas comestibles, de que sacaban los indios un jugoso vino antes que conociesen las vides, son muchos en aquel país”.

Reiche (cit. por Martinez - Crovetto, 1982:66) señala que además del maíz, emplearon frutas silvestres entre las cuales las más importantes eran los calafates (Berberis sp), la frutilla (Fragaria chiloensis), el maqui (Aristotelia chilensis), el miñe-miñe (Rubus geoides), la murtilla (Ugni molinae), la luma (Ammomyrtus luma ). Agrega que: “estos indios [los araucanos] aprovechaban cuanto jugo dulce conocían para hacer bebidas fermentadas y para ello utilizaron hasta hongos”. En realidad cualquier vegetal susceptible de producir o ayudar en una fermentación alcohólica, podía ser un recurso válido. A veces lo utilizaban solos, pero en general los ponían a fermentar mezclados.

Este criterio es compartido por Moesbach (1960:73) quien señala que los antiguos araucanos fabricaban bebidas fermentadas o pulcu como en mapuche las llamaban, en pequeñas cantidades de murtillas (Ugni sp.) chauras (Gaultheria sp. y Pernettya sp.), michai (Berberis sp.), maqui (Aristotelia chilensis), litre (Lithrea caústica), molle (Schinus molle y S. polygamus), luma (Luma apiculata) y hasta de lingue (Persea lingue).

Coña (1984:149) cita entre otras especis la frutilla (Fragaria chiloensis), papa (Solanum tuberosum), piñón (Araucaria araucana) y quínoa (Chenopodium quínoa). Para las fiestas grandes se proveían de pulcu, mudai o mushca, esto es de chicha de maíz, nombre asignado más tarde también a la de trigo (Triticum vulgare) y de cebada (Hordeum sativum).

Coña menciona también la chicha de pinatra (Cyttaria berteroi), coincidiendo con (Mösbach, 1999:52) quién señala que también se usaban en la elaboración de chichas los mapa-küfull, o mapu-cufüll, designación genérica en lengua mapuche para los hongos.

Según Guerra (1990:80) también se preparaba chicha de tubérculos como papa (a partir de chuño), oca (Oxalis tuberosa) y yuca (Manhiot esculenta). También Latcham (1936:80) cita el consumo de chicha preparada a partir de oca.

Para Irribarren (1969:153): “El chañar, el algarrobo, la palmera, el maqui, el molle y la mollaca tienen frutos aptos para el consumo fresco, deshidratado o fermentado”.

La población mostraba preferencia por algunos sabores y por el grado de fermentación, como lo señala Núñez de Pineda (1973:55): “...era mejor y más gustosa por estar fuerte, picante y pasada de punto”. Era también apreciado en las reuniones la oferta de varios tipos de chicha, como se desprende de las siguientes citas: “... y fuimos recibidos con sumo gusto y regalados en extremo... y lo principal entre ellos, mucha chicha de diferentes géneros” (Núñez de Pineda, 1973:103): “... se juntaron aquella noche más de cien indios a visitar a los recién venidos. Y todos traían sus cornadillos de muchos géneros de chicha...” (Gonzalez, 1974:35).

Especies de plantas utilizadas

Se incluyen en este trabajo, solamente las especies que han podido ser expresamente identificadas.

Alstroemeria ligtu L. Liuto
Crece desde Colchagua a Osorno. Con las raíces tuberosas, cilíndricas y de sabor agradable, los indios puelches: “... sacan della un licor o brebaje que apetecen mucho” (Padre Machón, cit. por Latcham, 1936:101).

Amomyrtus luma (Mol.) Legr et Kaus. Chaucháhue
Crece desde Maule hasta Aisén. Los frutos, llamados chauchau, son unas bayas redondas de color negro- violáceo (de 5 a 8 mm.), brillantes y de buen sabor.

Según Molina (1810:149) con ellos se prepara un vino gustoso y estomacal. También mencionado por Muñoz y otros (1981:51): “...con los frutos agregados a otros, los indios hacen una exquisita chicha”, y Mösbach (1999:95) fue: “aprovechada antiguamente en la elaboración de chicha”. Coincide Hoffmann (1982:80) y Montenegro (2000:38). También citada por Coña (1973:149).

Araucaria araucana (Mol.) K. Koch. Pehuén, piñón
Crece entre Concepción y Temuco, en dos áreas discontinuas. El fruto es esférico y contiene una gran cantidad de semillas llamadas piñón. La semilla es una cápsula cuneiforme de 3 a 4,5 cm. de largo, de color café rojizo, rica en almidón y de sabor suave y agradable.

Estos frutos constituyen hasta la actualidad el alimento base de la población pehuenche (che: gente) y un aporte no despreciable para la población mapuche. Eran almacenadas en depósitos subterráneos y se conservaban hasta por tres y cuatro años. Vásquez de Espinoza (1969:488) describe: “...y cantidad de pinares que crían grandes piñas con muy gruesos piñones [...] y de ello hacen los indios Purenes y los de la comarca su comida y bebida”. Marino de Lobera (en Moesbach, 1999:31) indica por su parte: “Y es tan grande el numero que hai de estos árboles en todos aquellos sotos y bosques que bastan a dar suficiente provisión a toda aquella gente que es innumerable, tanto que de ellos hacen el pan, el vino y los guisados”. También citada por Coña (1973:149) y Muñoz y otros (1981:10).

Aristotelia chilensis (Mol.) Stuntz, maqui
Crece desde Coquimbo a Chiloé. El fruto es una baya globosa trilocular, carnosa de 4-5 mm. de diámetro, con 3 a 4 semillas, de color púrpura oscura, dulce y algo ácidos que se pueden guardar secas para el invierno.

Con los frutos se preparaba la chicha de maqui, que el padre Rosales (cit. por Farga y otros, 1988:45), estimaba como: “su vino es restrictivo porque tiene calidad estítica [...] es muy dulce, suave y confortativo”.

Según Molina (1810:156) se preparaba un: “licor gustoso”. Ruiz y Pavón señalan que con los frutos se elabora una chicha refrescante (cit. por Chávez, 1977:25).

Murillo (cit. por Farga y otros, 1988:45) y Zin y Weiss (1980:219) indican textualmente: “...el vino que se fabrica posee propiedades astringentes y es tónico”. Baeza (1936:185) señala que:“...se preparaba una chicha de sabor agradable”. Para Latcham (1936:67) era una chicha refrescante que los indios llamaban ‘treco”. Para Muñoz y otros (1981:37): “...se prepara una especie de licor o chicha llamado ‘tecu”. Según Mesa y Villagrán (1991: 49) se preparaba una especie de chicha, los frutos se bruñen en una fuente y se cuelan con un paño. Según Irribarren (1969:153): “el maqui tiene frutos aptos para el consumo fermentado”. También citada por Coña (1983:149) Montes y Wilkomirsky, (1987:86) y Montenegro (2000:47).

Berberis sp. calafate, michay
Reciben el nombre de michay algunas especies del género Berberis del centro y sur del país (B. congestiflora y B. darwinii). A las especies del sur de les llama calafate. Pertenecen a este género B. microphylla, B. heterophylla, B. congestiflora y B. darwinii. El fruto es una baya esférica, carnosa, de color azul y de ocho mm. de diámetro, que contiene varias semillas.

La pulpa de sabor dulce acidulado se empleaba para hacer chicha (Mesa y Villagrán, 1991:49). Con los frutos de B. darwinii se preparaba la bebida que a veces se mezclaba con los frutos de chacai (Discaria sp.) (Latcham, 1937:67; Mosbach 1998:78).

Bromus mango Desv. mango o mangu.
El mango era un cereal cultivado en el sur de Chile por los puelches, picuntos y huilches. Esta es una especie que se ha extinguido en cultivo, pero que sobrevive al estado silvestre Parodi (1966:21). Con los granos secos de esta especie, se preparaba una chicha (Gay, en Latcham, 1936:160). Gay fue el último en encontrar y registrar la especie cultivada en Chiloé en 1837 (en Latcham 1936:160 y Parodi, 1966:21).

Es mencionado por Bibar (1979:188;213), como: “...tienen la yerba que e dicho. Es como avena.

Cytaria sp. dihueñ, pinatra.
Nombre genérico para varias especies de hongos de éste género que parasitan preferentemente los troncos y las ramas de algunas especies de Notofagus sp. El aparato esporífero tiene forma de un panal de avispas.

Reiche (cit. por Martinez –Crovetto, 1982:66) refiriéndose a los araucanos escribe que: “...aprovechaban cuanto jugo dulce conocían para hacer bebidas fermentadas y para ello utilizaron hasta hongos”, opinión compartida por Mösbach (1999:52) quién agrega que son de: “...aspecto y sabor agradables [...] y servían antaño para la fabricación de una bebida fermentada”. También citado por Arias de la Cruz (1980:225).

Chenopodium quinoa Willd. dahue.
Esta especie fue cultivada en el altiplano desde los tiempos preincaicos (Soukoup, 1970:121). Gay señala que se cultivaba desde Copiapó hasta Chiloé, asociada a maíz y papas (citada por Latchman, 1936:154). El cultivo de la quínoa en Chile en época precolombina está ampliamente demostrado y citado por los cronistas. En la provincia de Colchagua existe una ciudad llamada Requínoa, que quiere decir lugar de la legítima quínoa según Reiche (en Pardo, 2002:9). Según Muñoz y otros (1981:25) es actualmente cultivada desde Maule a Concepción y en algunos pueblos andinos del norte (Tarapacá y Antofagasta)

Según Cobo (1964:164): “La semilla de la quínoa es de tan diferentes colores como el maíz; porque hay quínoa blanca, amarilla, morada, colorada y cenicienta; una, silvestre, y otra doméstica y cultivada. La mejor de todas es la blanca, y esta comen los indios cocida como arroz y molida en poleadas; y también hacen de su harina pan como las arepas de maíz. De las otras quínoas de colores hacen chicha, señaladamente la cenicienta, llamada cañahua, cuya chicha es muy recia en el embriagar y algo agria cuando esta muy madura”. Al parecer, el cronista hace una confusión porque cañahua o cañihua sería Chenopodium pallidicaule. Garcilazo de la Vega (cit. por Latchman, 1936:151) señala que: “de la Quínua hacen los Indios brebaje para beber como del Maíz, pero es en las tierras donde falta de Maíz”. Cieza de León (1947:392), señala que: “...echa una semilla muy menuda, della es blanca y della es colorada; de la cual hacen brebajes”.

Según Vásquez (1967:268) la preparación de chicha de quínoa muqueada (mascada) es generalizada en algunas provincias andinas del Perú y en los departamentos del altiplano de Bolivia. Emplean la quínoa amarilla o colorada. En la preparación la mitad de la semilla era mascada y luego se mezclaba con el resto de la quínoa, se le agregaba agua tibia, luego se exponía al sol por algunas horas, se diluía de nuevo con agua tibia y se coloca a hervir a fuego. Filtrada se dejaba fermentar por dos o más días. Es muy probable que el mismo procedimiento se aplicaba en Chile. También citada por Coña (1973:149).

Fragaria chiloensis (L) Duchesne. quellen
Crece desde la zona central hasta Aisén. El falso fruto es ovoide o globoso, carnoso, de color rojo de 1,5 a 2 cm. de largo y de muy buen sabor.

La chicha aparece frecuentemente citada por los cronistas. Según Cobo (1964:157): “La frutilla de Chile se halló sólo en aquel reino, y por eso le dieron este nombre los españoles; llámanla los indios chilenos en su lengua quellen y hacen de ella chicha, que es su vino”. Bibar (1979:182): “...de la frutilla que dije en la ciudad de Santiago aparrada por el suelo hay muy gran cantidad, de la cual hacen un brebaje los indios para beber. [...] Es gustoso y pasada imita a higos”. Según Núñez de Pineda la chicha de frutilla ocupaba uno de los primeros rangos de apetencia entre las numerosas que se preparaban; escribe: “...sentado con otros 6 o 7 caciques, a la redonda del fuego comiendo y bebiendo, como lo hicimos los que llegamos, y después de esto me arrimaron un cántaro de chicha de frutilla de buen porte” (Núñez de Pineda, 1973:53): “...El viejo se sentó a mi lado y a él y los demás brindé y alabé grandemente la bebida, porque el licor era sazonado y cordial al gusto. Mandó el viejo que me la guardasen [...] respondió la hija que no me faltaría de aquel género porque ella tenía frutilla bastante” (en Gonzalez, 1974:51). Encina (1955:517) citando a Hurtado de Mendoza: “...apenas terminaran la estación de las frutillas y las fiestas y borracheras que celebraban con la chicha elaborada de esta fruta”.

La fruta se dejaba secar para preparar la bebida en épocas de escasez como indica Núñez de Pineda: “...me puso delante un cántaro de chicha de frutillas secas” (en Gonzáles, 1974:69), y mas adelante: “...aun con más cuidado labran ellos sus frutillares, de que hacen mucha cantidad de pasas para sus bebidas (en Gonzalez 1974:121). También citada por Coña (1973:149).

Gaultheria spp.y Pernettya spp. chauras
Chaura es el nombre genérico que se atribuye a especies de los géneros Gaultheria y Pernettya, en particular a las especies que producen frutos comestibles. Crecen desde la zona central hasta Magallanes. Los frutos del género Gaultheria son cápsulas secas revestidas del cáliz carnoso y los frutos de Pernettya son bayas producto del ovario maduro. Son frutos pequeños de 5 a 8 mm. de diámetro; según la especie pueden ser de color blanco, rosado o rojo, algunos son aromáticos, de sabor fresco, otros de buen gusto.

Antiguamente eran empleados en la elaboración de chichas ocasionales para la celebración de la: “chaura cahuin” fiesta de la chaura o junta de ayllarehue (Mösbach, 1999:100).

Geoffroea decorticans (Gill ex Hook et Arn) Burkat. chañar
La palabra designa al árbol y la fruta. Crece desde Tarapacá a Coquimbo. El fruto es una drupa rojiza, de 2 a 3 cm. de diámetro, agridulce, mantecosa y de buen sabor.

Su empleo en la preparación de chicha está ampliamente documentado. Citada frecuentemente por Bibar: “...en algunas partes hay chañares [...] algarroba y chañar que tengo dicho, del cual tambien hacen un gustoso brebaje para beber e miel”. En la parte baja de la casa: “...a un lado [...] tienen su dormida e donde tienen sus vasijas en que hacen el brebaje que tengo dicho (que son unas tinajas de a dos arrobas e de mas e menos e ollas e cantaros para su servicio)”. (1979:20). Referido a la provincia de comechingones (Córdoba, Argentina): “...se sustentan de algarrobas y chañares [...] y del chañar hacen vino que ellos beben” (Bibar, 1979:195)

Boman (cit. por Latcham, 1936:49) señala que con los frutos de pulpa agridulce, algo áspera, se preparan bebidas alcohólicas. Según Saubidet (1945:120): “...a partir de los frutos agridulces y de sabor agradable hacen un gustoso brebaje, llamado chicha, ckilampana o kilapana por la población local. Sin embargo, pudiera tratarse de un error porque le atribuye el mismo nombre que se le da a la chicha de algarroba. También llamada “aloja de chañar”, Irribarren (1969:153): “El chañar [...] tiene frutos aptos para el consumo [...] fermentado”. Saubidet (1945:120), Muñoz y otros (1981:55) también aplican el nombre de “aloja de chañar”a la bebida fermentada.

Jubaea chilensis (Mol.) Baillon. cancan, palma chilena.
Palmera endémica de Chile. Crece desde Coquimbo hasta Maule.

Se emplea la savia lo que obliga a cortar la planta, la que se deja escurrir, se recoge y se deja fermentar (Costantin 1922:142). Zin y Weiss (1980:254), indican que dejando fermentar la savia de la palma se obtiene una bebida fuerte y embriagadora. La población nativa la llamaba guarango o agua de la vida. También mencionada por Muñoz y otros (1981:15).

Litraea caustica (Mol). H. et Arn. litre.
Crece desde Copiapó a Cautín. El fruto es una drupa lenticular pequeña de 6 mm. redonda y aplanada, de sabor dulce, que se presenta en racimos densos.

Los frutos son empleados para producir chicha (Baeza 1936:185; Latcham 1936:67). Con el fruto se prepara un cierto tipo de chicha bastante buena según Zin y Weis (1980:203). Muñoz y otros (1981:17) escriben que con los frutos se prepara chicha y miel, y Montenegro (2000:155) señala que los frutos son empleados para producir algunas bebidas como la chicha. También citada por Coña (1973:149).

Luma apiculata (D.C) Burret. Quetri.
Crece desde Colchagua a Chiloé. Las bayas pequeñas de 1,3 a 1,5 cm. de diámetro, son redondas u ovoides de color negro brillante y de sabor dulce.

Según Molina (1810:149): “...los nacionales preparan con las bayas un vino gustoso y estomacal”. También citado por Muñoz y otros (1981:41)

Muhlenbeckia hastulata (J. Sm) Standl. ex Macbr. Quilo
Esta especie recibe el nombre de quilo en el centro y sur del país; en el norte es llamada mollaca. Crece entre Coquimbo y Valdivia. Los frutos (hojuelas carnosas del perigonio) de 5 mm. de diámetro, de color rosado, son jugosos y pulposos con grandes semillas.

Según Baeza (1936:184): “...en algunas partes se prepara chicha con ellos”. Según Latcham (1936:73), con los frutos se preparaba una chicha refrescante. Irribarren (1969:153): “... y la mollaca tienen frutos aptos para el consumo [...] fermentado”. Muñoz y otros (1981:58) con sus frutos se prepara una bebida fermentada refrescante.

Muehlenbekia thamnifolia (HBK) Meissen. Pelaifoqui.
Crece desde Maule a Llanquihue. Los frutos trígonos, pequeños de 2-3 mm. de largo, oscuros y lustrosos. Con los frutos se prepara chicha según Augusta (1966:183).

Ugni spp. (Myrtus ugni Mol.) uñi o murtilla
Uñi es el nombre genérico que se aplica a U. candollei (Barn.) Berg. y U. molinae Turcz., especies nativas de Chile continental. Crecen desde Talca hasta Aisén. Los frutos de
U. molinae, la más abundante, son unas bayas pequeñas de 6 a 10 mm. de diámetro, de color rojizo, aromática y de sabor dulce.

Molina (1810:148), señala que las bayas son muy aromáticas. Los chilenos hacen con esta fruta un vino agradable y estomacal que excita el apetito y que para los extranjeros es preferido al mejor moscatel. Este licor es claro, brillante y de una fragancia muy suave.

Según Latcham (1936:68) esta fruta se empleaba en la fabricación de una chicha muy apetecida de mucho renombre entre los indígenas y alabada por los cronistas. También citado con este objeto por Muñoz y otros (1981:52) y Moesbach (1999:94).

Pernettya sp. Ver Gaultheria sp.

Peumus boldus Mol. folo.
Crece desde Coquimbo a Osorno. El fruto es una drupa, pequeña de 5-7 mm. de largo, elipsoidal, que se presenta en racimos, carnosa y de sabor y aroma agradable.

Con los frutos se preparaba chicha. Montenegro (2000:195) y también se mezclaba a otras chichas para mejorar el sabor.

Podocarpus andina Poepp. Ex. Endl.. lleuque.
Crece desde Maule a Aysén. El fruto es una drupa redonda, verdosa como una uva verde, ovoide de 2 cm. de largo, carnoso, de sabor dulce, agradable. El nombre vulgar de la planta se aplica también a la semilla.

Con sus frutos se preparaba chicha, Baeza (1936:182). Según Latchman (1936:67) servía para preparar una chicha muy gustada. También mencionada por Muñoz y otros (1981:11)

Prosopis sp. algarrobos.
El nombre genérico de algarrobo comprende diferentes especies del género Prosopis, principalmente P. alba, del norte del país y P. chilensis (Mol.) Stuntz, del Norte Chico y Chile central, hasta la cuenca de Santiago. Es una denominación atribuida por los españoles. Crecen en las regiones secas de la costa, en los desiertos y en las faldas a ambos lados de la cordillera de los Andes hasta los 3.500 m. Latchman (1936:35). El fruto es una legumbre, la vaina es indehiscente e interiormente articulada, con el mesocarpio, más o menos pulposo o fibroso, según la variedad, de sabor dulce. El análisis bromatológico de los frutos (Prosopis sp.) indica 189,2 calorías y 7,4 grs. de proteínas por 100 g. (Loza- Balsa, 1995:114).

Las vainas de Prosopis están entre los alimentos más antiguos utilizados por el hombre prehistórico del Nuevo Mundo (Habit y otros 1981:3). Han sido señaladas como un preciado producto de recolección en una vasta zona del noroeste argentino, norte de Chile y sur del Perú. Su empleo en la fabricación de chichas está ampliamente documentada por Latcham (1936:43-47), en particular para las poblaciones de la vertiente nororiental de los Andes, y para Chile sobre todo por Bibar (1979).

En general la algarroba no era consumida directamente sino molida para hacer pan y “chicha de aloja”, nombre atribuido por los españoles, ya que los atacameños y probablemente también los diaguitas empleaban la palabra ckilapana o ckilampana (Latcham (1936:46), denominación todavía registrada por Villagrán y otros (1998:61) quienes la señalan consumida hasta hoy, en las ceremonias de limpia de canales.

Las especies descritas por Bibar han sido identificadas por Muñoz (1975:8,13) como P. chilensis (Mol.) Stuntz y P. fruticosa Meyen, aunque sólo a la primera podría ser atribuida la fabricación de chicha. El cronista identifica y señala el algarrobo en los valles que va descubriendo en su avance hacia el sur del país. Así en el valle de Atacama (actual valle del río Loa) señala que hay: “...muy grandes algarrobales y llevan muy buenas algarrobas, que los indios muelen y hacen un pan gustoso de ellas. Y hacen un brebaje con esta algarroba molida y cuécenla en agua. Es brebaje gustoso” (Bibar, 1979:29). Mas al adelante, refiriéndose al valle de Copiapó escribe: “...Los árboles que hay en este valle son algarrobas que dan muy buen fruto. Y aprovéchanse de ellas los naturales, como tengo dicho” (Bibar, 1979:37). Y en el valle de Huasco: “Sus fiestas y regocijos es juntarse y allí beben vino que hacen artificial con algarroba y maíz, y allí se embriagan. No lo tienen por deshonra. Es general” (Bibar, 1979:40). Mas al sur, en el valle de Coquimbo (río Elqui) menciona la presencia de algarrobos (“...en algunas partes de este valle hay algarrobos...”, Bibar, 1979:44) pero no se refiere a su empleo, aunque sí existen referencias para la zona en Latchman (1936:43, citando a Boman, 1908) cuando escribe: “...que los habitantes de la región diaguita. Cuando la algarroba está madura aldeas enteras emigran a las selvas y hacen una cosecha abundante para todo el año. Durante la permanencia en las selvas no se come otra cosa que la fruta y se libran unas bacanales continuas, bebiendo la ‘aloja’, bebida alcohólica preparada con la algarroba”. Finalmente Bibar refiriéndose a la provincia de Mapocho escribe que: “Hay algarrobos, llevan muy buena algarroba y los indios se aprovechan de ello, como en otras partes tengo dicho” (Bibar, 1979:158). Boman (en Latchman, 1936:43) así como otros autores han hecho notar que los algarrobales de la zona estaban desapareciendo.

Encina (1955:61) afirma que los diaguitas preparaban la chicha de algarrobo. Falkner (1974:60) cita los frutos de algarrobo blanco y negro (P. alba y P. nigra) para la elaboración de chichas y específica su preparación: las vainas molidas se dejaban fermentar en agua fría por 12 o 24 horas, de este preparado se obtiene la chicha. Considerando este autor la chicha como muy fuerte, mareadora y produciéndose borracheras pesadas. Según Irribarren (1969:153): “El algarrobo [...] tienen frutos aptos para el consumo ...fermentado”.

Schinus sp. molle.

Con el nombre de molle se designan de manera general varias especies del género Schinus, tales como S. molle (L.) DC.; S. latifolia (Gill.) Engler; y S. polygama (Cav.) Cabrera. La homonimia en la denominación vulgar introduce confusión sobre la especie a la cual se refiere tal o cual cronista, tanto mas cuando las áreas de dispersión se sobreponen. Este hecho aparece señalado por Molina (1810:155), cuando escribe que éstos árboles presentan todos mas o menos el mismo aspecto, de manera que es fácil confundirlos. Por esta razón la coincidencia entre la descripción del cronista y la identificación de la especie pudiera ser discutible en algunos casos.

En primer término se presentan las referencias para las cuales no ha sido posible determinar con exactitud la especie.

Vásquez de Espinoza (1969:295): “...la del molle se hace como la otra, mucha gente la tiene por granjería, y para que acudan los indios a comprarla, tienen puestos a la puerta ramos en que hay gran desorden por la codicia de las ganancias y se siguen de ellos muchos pecados”. Según Ovalle (1974:30) con los frutos maduros se prepara chicha: “...bebida [que] suele ser muy apetecida, aún de las señoras”. Acosta (1954:125): “El molle es un árbol de mucha virtud, da unos racimillos, de que hacen vino los indios”.

Encina afirma que los diaguitas fabricaban chicha de molle. Hipólito Ruiz citado por Latcham (1936:50), señala que de las bayas maduras, los indios y criollos hacen una excelente chicha. La preparan: “...estregando los frutos en agua hasta que suelta la parte dulce o sacarina, en cuyo estado ponen el licor a fermentar por 3 a 4 días hasta que despide olor vinoso”.

* S. latifolius, llamado también lilén. Crece entre Coquimbo y Concepción Los frutos son drupas globosas de 3 a 4 mm. de diámetro de color oscuro con una cubierta quebradiza. Se presentan en abundantes racimos.

Según Bibar: “...otro árbol que se dice molle, y no es muy grande, tiene la hoja como granado y lleva un fruto tan grande como granos de pimienta. Lleva muy gran cantidad. de esta fruta se hace un brebaje gustoso” (Bibar, 1979:158; Muñoz, 1975:16)

Según Baeza (1936:186) los frutos son una drupas lenticulares, maduras, muy dulces que se usan para hacer chicha: “Me consta que en el balneario de Zapallar venden esta chicha bajo el nombre de chicha de molle”. También citada por Montenegro (2000:219)

* S. molle, llamado también pimiento de Bolivia, crece en el interior de las provincias del desierto nortino hasta Santiago. Los frutos dispuestos en racimos colgantes son pequeñas drupas globosas, de 5 a 7 mm. de diámetro, con mesocarpio carnoso, brillantes y fragantes, de color rosado y muy quebradizas, de las cuales se extrae un licor vinoso agradable según Molina (1810:155). El análisis bromatológico de los frutos de Schinus molle indica 336 calorías y 6,9 grs. de proteínas (Loza- Balsa, 1995:114).

Evidencias arqueológicas encontradas en extremo norte de Chile demuestran el consumo de esta especie en épocas prehispánicas, señaladas por Dauelsberg (1972) y Erice (1975).

Zarate (1947:469) señala: “También hacen otra bebida de una frutilla que nace en unos árboles, que llaman molles, aunque no es tan presciada como la chicha”.

Cieza de León (1947:450), señala: “... de una fruta menuda que cría este árbol hacen vino o brebaje muy bueno [...] con no mas disolver la cantidad que quieren de esta fruta con agua en alguna vasija, y puesta al fuego después de ser gastada la parte pertinente, queda convertida en vino.

Según Garcilazo (1960:309): “...el grano estando sazonado, tiene en la superficie un poco de dulce, muy sabroso y muy suave [...] Hacen brebaje de aquel grano para beber; traenlo blandamente entre las manos en agua caliente, hasta que ha dado todo el dulzor que tenía. Cuelan aquella agua y la guardan tres o cuatro días, hasta que llega a sazón: es muy lindo de beber, muy sabrosa y muy sana para males de urina, hijada riñones y begiga y mexclada con el brebaje de maíz la mejora y la hace más sabrosa”.

Según Falkner (1974:62), es una chicha mas fuerte en olor y sabor que la de algarroba, que produce una borrachera que dura dos o tres días. Soukup (1970:368) indica que los antiguos peruanos hacían con sus frutos una bebida fermentada, hoy llamada ‘chicha de molle’, la que preparaban restregando los frutos maduros suavemente entre las manos en agua caliente, hasta que el agua tuviera sabor dulzaino, procurando no disolver el amargo de estos; este líquido era filtrado en un lienzo, y dejado fermentar durante 3 o 4 días. Esta chicha se bebía sola o mezclada con la chicha de maíz emborrachándose con ella; se le bebía también porque se le atribuían propiedades medicamentosas. También citado por Lira, (1995:96) y Cabieses (1996:164).

* S. polygama, llamado también huingan, borocoi, boroco o incienso, crece desde Atacama a Valdivia. Sus frutos son unas drupas globosas de 3 mm. de diámetro, de las cuales los nacionales obtienen una vino de gran fuerza y buen gusto (Molina, 1810:155). Antiguamente era un árbol bastante abundante en el país según Latcham (1936:53).

Según Oña (1944:336) es una regalada fruta de la que se hace la mejor chicha y en el canto XIII escribe

”...y en copas de madera no medianas

Les dan licor de molle regalado”.

Frezier en 1712 (1982:114) señala: “...legua y media al NE de Valparaíso [...] se encuentra el molle que los indios llaman Ovighán o huiñán; tiene la hoja casi como la acacia, su fruto es un racimo compuesto de pequeños granos rojos [...] que se vuelven negras al madurar; tienen gusto a pimiento y a enebro. Los indios hacen con ella una chicha tan buena y tan fuerte como el vino, y aún más”.

Baeza (1936:185) señala que: “...los frutos tienen un sabor dulce pero poco agradable. Los campesinos prefieren hacer chicha con el fruto, la toman con harina de trigo, mejorando su sabor”. También citada por Latcham (1936:67), Coña (1973:149), Muñoz y otros (1981:17) y Hoffmann, (1982:196)

Solanum tuberosum L. poñü, voz mapuche para la papa.
Crece desde Aconcagua hasta Chiloé y en Archipiélago de Chonos. Ha sido desde siempre un gran alimento para la población que la cultivaba y aplicaba diferentes técnicas de conservación.

La única referencia de su empleo en la preparación de chicha en Chile viene de Coña (1973:149), quien señala que los antiguos hacían bebidas de muy distintas clases, incluso de papas. Aunque no aparece específicamente señalado para el país, Poma de Ayala (1980:242) y Guerra (1990:80) mencionan que se hacía chicha de chuño.

Zea maíz L. Uhua, hua, uwa, voz mapuche para esta especie.
En Chile este cereal se cultivaba en época prehispánicas desde el norte hasta Chiloé. La chicha de maíz era de consumo muy extendido y se elaboraba a lo largo del país, a partir de los granos secos, molidos y humedecidos.

Zárate (1947:469) refiere: “Beben un brebaje en lugar de vino, que hacen echando maíz con agua en unas tinajas que guardan debajo de tierra, y allí hierve; y demás del maíz crudo, le echan en cada tinaja cierta cantidad de maíz mascado, para la cual hay hombres y mujeres que se alquilan, y sirven como levadura. Tiénese por mejor y más recio lo que se hace con agua, embalsamada que con la que corre. Este brebaje se llama comúnmente chicha en lenguaje de las islas, porque en lengua del Perú se llama azúa: es blanco o tinto, como la color del maíz le echan, y emborracha más fácilmente que vino de Casilla”.

Vásquez de Espinoza (1969:294) escribe: “...la chicha que se hace con el maíz que es el trigo de las Indias la hacen de muchas maneras. La ordinaria la llaman jura o asua, ésta emborracha mucho a los indios y es una bebida poco limpia; para hacerla echan el maíz en remojo, y después lo ponen tapado con alguna estera u otra cosa, y lo dejan algunos días hasta que todo está nacido, y luego lo muelen muy bien, y van colando aquella masa con agua hirviendo, y echan en sus tinajas, botijas o vasijas hasta que ha hervido como el vino a cabo de dos días, y luego que ha hervido queda con un picante y lo beben y usan con él sus borracheras...”. Mas adelante el mismo autor señala que la preparan mascando el maíz las indias, muchachos y cuantos hallan para ello, “que es harto asquerosa bebida para que venga más presto y sea más fuerte haciendo lo mismo que al otro beneficio, otra hacen tostada que es la más regalada y limpia, tostando el maíz la cual es una bebida saludable y fresca”.

Cobo (1964:162) señala: “Esta se hace de muchas maneras y en lo que se diferencian unas de otras es en ser unas chichas más fuertes que otras y de diferentes colores; porque se hace chicha colorada, blanca, amarilla, cenicienta y de otros colores. Una muy fuerte, llamada sora, que hacen de maíz que primero está algunos días enterrado hasta que retoñece; otra, de maíz tostado; otra, de maíz mascado, y de otras maneras...”.

Bibar 1979:40 en su paso por el valle de Huasco señala: “...beben el vino que hacen artificial de algarroba y maiz, y alli se embriagan”. Según Ovalle (1978:30,62): “...la más usual es la que hacen de maíz, que es común pan y sustento de los indios” [...] es su vino ordinario”.

Molina (1810:107) señala que con el maíz maduro se preparaba una especie de cerveza muy gustosa. Según Guerra (1990:80): “La chicha obtenida por fermentación del maíz, era la bebida principal de los Incas. Para su preparación se partía de los granos masticados, pues la ptialina de la saliva inicia la degradación de los almidones. también se podía preparar con granos de maíz germinados y molidos”.

Pardo,O. 2004. Las chichas en el Chile precolombino.(Basado en una trabajo presentado en el XII Congreso Ítalo-Latinoamericano de Etnomedicina "Nuno Álvares Pereira" (Río de Janeiro, Brasil, 8-12 de Septiembre 2003). Chloris Chilensis Año 7 Nº 2. URL: http://www.chlorischile.cl.

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miércoles, 27 de agosto de 2008

Plantas Tintóreas de la Araucanía

Plantas Tintóreas de Araucanía

POR
H. Claude JOSEPH


Desde remotos tiempos los araucanos saben ".extraer de los vegetales materias colorantes para teñir sus valiosos tejidos. A pedido del Dr. don Carlos Porter, activo y Director de esta «Eevista», doy algunos datos acerca de las especies usadas todavía por viejas y buenas tejedoras. Sería difícil enumerar todas las plantas tintóreas conocidas de los araucanos. Las tejedoras han hecho numerosos ensayos con las variadas plantas que crecen en su suelo y han adquirido datos de gran valor sobre sus propiedades.
La observación del color natural de la madera, corteza, hojas, flores y frutos los guía en la elección de las especies más ricas en principios colorantes. Desmenuzan en pequeñas astillas las plantas leñosas, las sumergen en agua y las someten a una prolongada ebullición. Por medio del agua hirviente favorecen la difusión de la materia colorante y la concentran con repetidas adiciones de fragmentes vegetales en sustitución de los que están agotados. Por la ebullición más o menos prolongada logran también trasmitir a la lana los colores observados. Si las tintas no se combinan directamente con las fibras de lana, usan como mordente orina putrefacta y determinadas plantas como los Oxalis y Ourisia. Actualmente emplean el alumbre con frecuencia.


Nothofagus obliqua MIKB. (Fagáceas}.
Es un árbol muy común en Araucanía, donde se le llama «hualle» cuando joven y «coyan» cuando viejo. Se conoce también el árbol con el nombre de «pellín» aunque este último se refiera con más propiedad a la madera central de color rojizo. De esta madera que resiste admirablemente a la humedad y es utilizada en tantas obras, se extrae una materia colorante de un encarnado subido. La madera desmenuzada en astillas se somete a ebullición y el agua toma un tinte vinoso. Se sustituyen las astillas agotadas por otras frescas y por difusión del principio colorante se aumenta la concentración de la tinta. La lana hervida en esta durante un cuarto de hora adquiere y conserva indefinidamente el color encarnado.
La corteza sometida a ebullición produce otra tintade color encarnado rosado. Al mezclar fragmentos de cor-teza y de pellín en proporciones variadas, las tejedoras preparan una serie de matices intermedios de gran efecto «n sus tejidos. '

Relbwnium Hipocarpium HEMSL. (Rubiáceas).
Esta pequeña planta herbácea, algo áspera, tiene una raíz fibrosa de color rojo. Crece en los bosques del sur, en medio de los matorrales entre cuyas ramas eleva y apoya sus tallos débiles. Los araucanos la conocen con el nombre de «relbun» y la aprecian mucho por la hermosa tinta que sacan de ella. Las raíces finas, muy ramificadas, contienen en abundancia el principio colorante. Se extraehaciéndolas hervir durante dos horas. Las mapuches suelen agregar a la tinta el «culle» (Oxalis rosea) y alumbre como mordente para fijar sobre la lana el color rojo.

Berberís congestiflora, GAY; Berb Darwini, HOOK.; Berb. heterophyHa, Juss. (Berberidáceas). Todas estas plantas y sus congéneres conocidas vul-garmente con el nombre de «michay» son pequeños ar-bustos cuyas hojas van acompañadas de espinas en la ba- se y cuyas flores son amarillas. En Araucanía las especies son numerosas y bien esparcidas por el territorio. Casi todas son usadas para teñir. Las raíces contienen la ma- teria colorante más abundante que el tallo y las ramas. Al cortarlas fluye de ellas un líquido amarillo que tiñe las manos y el papel en frío. Las araucanas quitan la corteza verde y sólo guardan la madera amarilla, la desmenuzan y la hacen hervir durante una hora. Obtienen la concentración de la materia colorante por la renovación de las partículas de madera y por la evaporación del exceso de agua. La lana sumergida en la tintura y llevada a ebullición durante diez minutos guarda un hermoso color amarillo dorado. Al mezclar fragmentos de corteza y hojas con las fibras leñosas preparan otra tinta de un tono verde brillante.

Rumex romassa, REMY. (Poligonáceas)
La romasa del sur, tan común a lo largo de los caminos, tiene un grueso rizoma carnoso del cual los araucanos extraen un color anaranjado. Para favorecer la difusión de la materia colorante, cortan la parte carnosa en trozos delgados y los someten a ebullición. La lana hervida en la tinta durante un cuarto de hora sale teñida del mismo «olor que ella. Las hojas y los tallos tratados en la forma anterior dan origen a un color plomo violado algo sucio.

Fachsia macrostenuua R. P. (Onagrariáceas).
Este arbusto de hermoso follaje y de bellas flores colgantes crece abundante en las quebradas de Araucanía. Los naturales lo llaman «chilco» y lo aprecian por susde color gris claro por una ebullición que no dure menos de dos horas y durante la cual tienen el cuidado de renovar las partículas hervidas. Esta tinta se fija muy bien sobre la lana sin sufrir alteración de color.

Aristotelia maqui L'HÉR. (Tiliáceas).
Arbusto común en Araucanía y de gran utilidad para los indígenas. Ellos lo llaman «maqui» y sacan de él varios productos importantes entre los cuales una famosa chicha, bebida agradable, y dos tintas para sus tejidos.
Con los frutos maduros que tiñen tan fuertemente las manos y los labios de los aficionados preparan una materia colorante de tono violáceo. Las tejedoras de Cañete y Lanalhue la fijan por ebullición sobre la lana y obtienen hermosos ponchos y choapinos con fajas y cuadros violados. Con las hojas, ramas y concho de molejón preparan otra de un color negro verdoso. Hacen hervir la mezcla durante un día o dos, agregando durante la operación nuevas cantidades que abandonan su principio colorante al disolvente y aumentan su concentración.

Duryillea utilis BOKY— (Algas)
Las araucanas del lago Budi y de la costa carbonizan el «cochayuyo», alga comestible de gran tamaño, lo pulverizan y lo hacen hervir con agua para teñir la lana de un negro intenso. La orina fermentada les sirve de mor- dente. Esta misma tinta habría servido en épocas pasadas para escribir. Es parecida a la tinta de China y se borra más fácilmente del papel.
Gunnera chilensis LAM. - (Halorágeas)
Las «nalcas», plantas herbáceas de hojas gigantescas, tan comunes como robustas en los terrenos pantanosos del sur, elaboran en sus raíces una materia colorante con que los mapuches preparan una tirita de color plomo. Por espacio de dos horas hacen hervir trozos delgados y obtienen la concentración deseada. La lana tratada por esta tinta toma un color pizarra plomo intenso. Esta planta es muy usada para teñir, por los hermosos efectos que produce en los tejidos.

Loranthus Sternberghinus L. y L heterphyllus R. P. - (Lorantáceas)
Los Loranthus son pequeñas plantas parásitas conocidas con el nombre de «quintral» por la gente del campo. Con las flores de las especies del sur que son de un rojo vivo, los indígenas preparan una tinta de color ladrillo. Hacen hervir una buena cantidad de flores durante una o dos horas. Por la ebullición ceden al agua su principio colorante y quedan pronto incoloras. Las sustituyen por otras frescas tantas veces como sea necesario. La lana sometida a ebullición en esta tinta durante diez minutos, se tiñe de color ladrillo.

Eucryphia cordifolia CAY - (Eucrifiáceas)
El «muermo» o «ulmo», árbol elevado y de porte majestuoso se destaca perfectamente en medio de las selvas del sur por su copa cubierta, en verano, de hermosas y grandes flores blancas. Con su corteza desmenuzada, los araucanos preparan una tinta de color ocre claro o cobrizo. Los tejidos teñidos con esta tinta, según los procedimientos anteriores, adquieren matices claros variados.

Laurelia aromática SPR.—(Monimiáceas)
El «tihue» de los araucanos alcanza hasta 20 metros de altura. Es un árbol elegante, siempre verde, muy aromático, del cual se extrae una excelente madera blanca. Los araucanos lo usan en infusiones contra las afecciones venéreas y paralíticas y además para preparar una tinta de color café claro con su corteza. Por ebullición obtienen la tinta y por ella también la fijan sobre la lana, que adquiere tonos muy suaves.

Boldoa fragrans GAY.—(Monimiáceas)
Este árbol aromático, tan común en las laderas de los cerros del sur, sirve a los indígenas para elaborar una tinta de color leonado. Usan la madera, la corteza y las hojas en la preparación. Las tejedoras emplean la orina fermentada para fijarla sobre sus tejidos, lo que consiguen por una ebullición de 20 minutos.

Lomatia, obliqua R. BR.—(Proteáceas)
El radal es un árbol de 5 a 8 metros de alto, con corteza ferruginosa y grandes hojas coriáceas. La corteza contiene un principio colorante que sirve para preparar una tinta de color café obscuro, que se fija muy bien por ebullición sobre las fibras de lana, y produce, según su concentración, tonos afines al negro.

Persea lingue NEKS. - (Lauráceas)

El lingue es un árbol del sur, que alcanza hasta 10 metros de altura. Proporciona excelente madera y su corteza es rica en tanino. Por ebullición da origen a una tinta abundante de tono café. Las hojas y las ramas verdes hervidas producen un líquido viscoso de aspecto verdoso.

Solanum gayanum REMY. - (Solanáceas)
El «yelfcun» de los indígenas, mezclado con hojas de Laurelia aromática sirve para preparar una tinta de color verdoso claro. Prolongan la ebullición de las hojas previamente trituradas por más de tres horas. La lana tratada por esta tinta queda débilmente teñida de verde.

Drimys Winteri F ORST. - (Magnoliáceas)
El canelo, árbol sagrado de los araucanos, es utilizado por los indígenas de Quitratué para preparar una tinta de color verdoso, La ebullición dura varias horas. Agregan a la tinta alumbre como mordente. Se sirven también de la infusión de canelo para reavivar los colores de los teji dos desteñidos. .



Nothofagus dombeyi MIRB. - (Fagáceas),
Del coigüe, árbol muy corpulento de las selvas del sur, preparan una tinta de tono amarillento sucio y la fijan sobre la lana con los métodos ya señalados.

Eugenia multiflora HOOK. - (Mirtáceas)
La pitra, árbol que crece sobre todo en los pantanos, es empleada por las tejedoras de Maquehua para la elaboración de una tinta de color ocre. Someten a una prolongada ebullición fragmentos de madera y sumergen en la tinta la lana por teñir. Esta adquiere en poco tiempo un tono suave de mucha fijeza.

Coriaria ruscifolia FEUILLÉE. - (Coriárieas)
El «Deu» o «Huique»,es un arbusto venenoso que crece a orillas de los caminos y de los ríos; sus tallos flexibles se encorvan como guirnaldas y terminan por una larga inflorescencia cargada de flores pequeñas y frutos azules. Con los tallos hervidos en agua, las araucanas preparan una tinta negra usada para teñir la lana y para curtir las pieles.

Muhlenbeckia thamnifolia MEISN. - (Poligonácsas)
El «pelai», que crece a orillas de la selva y en .los cercos de los campos, tiene también propiedades tintóreas apreciadas. Sus ramas desmenuzadas dan por ebullición una tinta de color café amarillento. Su preparación exige un día entero de trabajo antes de obtenerla concentración conveniente de la materia colorante.

Chiropetalum lauceolatum Juss. - (Euforbiáceas)
Estas plantas algo leñosas, de aspecto violáceo, dan un hermoso color azul parecido al añil. Son usadas por los araucanos de Cañete y de las reducciones situadas más al norte, para teñir de color azul. Los indígenas del sur no conocieron al parecer esta planta y compraban el añil o color azul a los de Cañete y Penco.

Plagiobothrys tinctorea P. C. - (Borragináceas)
Esta pequeña planta que crece en el norte de la Arau-canía, parece haber sido usada por las tejeduras para teñir de azul violado lila. Destiñe naturalmente sobre el papel cuando se la aprensa para colecciones botánicas y lo marca fuertemente.

Usnea florida strigosa ACH. - (Liqúenes)
Muchas especies de líquenes son usadas por los arau-cados (sic) para teñir. Entre las principales deben citarse las Usneas llamadas barba de palo, que producen por ebu-llición hermosos colores. La Usnea strigosa da una tinta que comunica a la lana tratada por ella tonos de un rubio dorado bien matizados.

Ramalina yemensis ACH. - (Líquenes)
Esta especie da por ebullición prolongada una tinta que produce en la lana un color rubio canoso, con tonos que imitan la tierra de siena.

Telocchystes fiavicans Sv. - (Líquenes)
Con esta especie las tejedoras de la cordillera prepa ran tintas de un verde oliva con matices variados. Al mezclar diferentes especies de líquenes las araucanas con-siguen tintas de colores intermedios de una variedad casi sin límite.
A esta lista de especies tintóreas usadas por los araucanos, se podría sin duda agregar muchas otras especies. Al recorrer las reducciones indígenas y al interrogar a las tejedoras por las plantas que les sirven para dar color a. la lana se observa que las especies difieren de una reducción a otra y muy a menudo de una tejedora a otra. Las especies señaladas en este estudio se empiezan todavía, pero su uso tiende a desaparecer.
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